Hubo un momento trascendente en la historia política contemporánea argentina que marcó un antes y un después en la conformación de la sociedad y el Estado nacional: fue el día en que las niñas y los niños fueron consagrados como los únicos privilegiados. Entonces irrumpían ante la historia, Perón, Evita y el peronismo. Y con ellos, los pibes y las pibas.

Un colectivo de pedagogos, profesores, maestros, maestras y diversos profesionales de áreas vinculadas a las ciencias sociales (muchos con experiencia de gestión estatal) fundó un espacio para pensar sobre las políticas públicas sobre niñez y adolescencia, sus límites actuales y sus posibilidades derivadas del encuentro con el otro. A partir de ellos fundaron una plataforma de debate: Apología del Encuentro.

Veo con beneplácito Santa Evita, de la serie “La cafetera ilustrada”, una nueva obra del compañero artista y militante cultural César Carrizo. En ella, se ve a Eva Duarte de Perón como una santa, como la abanderada de los humildes, la embajadora de los desposeídos y caídos del mundo, rodeada de un piberío con camisetas antiguas del Club Atlético San Martín de Tucumán.

El peronismo transformó radicalmente las estructuras de la sociedad argentina, de una vez y para siempre. Hay una memoria histórica, una memoria política y una sentimental que une el peronismo a las clases populares. Hay una vida antes y después del peronismo en este país.