Jueves, 28 Marzo 2024

Solo el pueblo de San Luis tiene la respuesta: ¿hasta cuándo el continuismo en la Provincia?

Publicado el Domingo, 27 Noviembre 2022 09:08 Escrito por
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Hay continuismo porque en el Partido Político gobernante, no hay renovación democrática de sus dirigentes desde la base de quienes comparten la idea del Peronismo. El Partido Justicialista se ha encerrado en sí mismo, sin participación amplia, pública, transparente y no sólo de sus afiliados, sino de la población peronista y de la población en general. Una ciudadanía y militancia que ha soportado estoicamente hasta ahora la digitación de candidatos y funcionarios para un Proyecto Político agotado, que no ofrece ningún sueño, ninguna esperanza, ningún entusiasmo de protagonismo político y social efectivo. Porque no hay un Proyecto hecho con la gente, que se traduzca en atención de las necesidades básicas y elementales de todas las familias que merecen vivir dignamente, con trabajo y estabilidad económica, y que no depende sólo de Nación, porque la Provincia también es responsable del control precios y tarifas, y de generar fuentes laborales genuinas como hacen otras provincias.

Hay continuismo cuando no existe periodicidad de funciones, es decir, cuando los mismos gobernantes, los mismos dirigentes y los mismos funcionarios rotan en los espacios de la gobernabilidad; rodeados, apoyados y acompañados de muchos militantes humildes que nunca han tenido la oportunidad de participación más allá de la que les dan y muchos otros que nunca han trabajado nada más que en pequeños empleos públicos; y su acompañamiento consiste en conservar esos empleos públicos o planes sociales recibidos por trabajar para los mismos, los que les niegan la oportunidad de gobernar, con la excusa de que los militantes no son capaces. Entonces, sin militancia, ocupan lugares quienes no los merecen ni son elegidos previamente por la gente.

Estos dirigentes provinciales y locales han dejado huérfano al Peronismo; lo han abandonado. No son peronistas. Siguen inventando argucias legales y electorales para continuar eternamente en el gobierno, con un Proyecto terminado, siempre el mismo, donde la población de cada localidad y de la provincia no ha participado en su elaboración, cuando en realidad la gente puede decir y exigir qué necesita realmente, no lo que los gobernantes creen que necesita.

Una muestra de ese continuismo, es la reciente Ley de Lemas, que esconde bajo un barniz de participación democrática, la intención de aglutinar, tras el Lema del Partido Gobernante, a todos aquellos peronistas y no peronistas que están dispersos, disgregados, enojados y separados, pero que esconde la intención de que sigan los mismos, porque aunque el Sublema Oficial no tenga los votos necesarios, el conjunto de todos los Sublemas que se pretende que se organicen -ya que la base social del peronismo sigue siendo amplia- hace ganar al Lema oficial igualmente. Otra muestra de ello, es el Pan-Peronismo, término acuñado recientemente como consigna aglutinadora e invitadora a participar a todos peronistas o allegados que se han alejado del Oficialismo y de sus alianzas, pero… bajo los mismos dirigentes. ¿Hasta cuándo?.

La Provincia necesita oxígeno. Respirar Verdad Política y Justicia Social. Otra expectativa. Necesita participación, sueño, entusiasmo, proyecto popular; necesita la certeza de que con su participación puede haber proyectos muchísimos mejores que los proclamados; proyectos posibles con el gobierno de todos, con todos y para todos. Y es lamentable que se persista en el engaño, en la postergación, en el oportunismo para sobrevivir cobardemente en política; aún con el enriquecimiento vox pópuli de algunos dirigentes, sin atreverse a cambiar las reglas de juego para que el grueso de la población decida su propio destino. El único conductor de un Pueblo, es el Pueblo mismo, y no hay otro.

La contienda electoral, no es un juego donde ganan las argucias, las alianzas de oportunismos, la propaganda y el dinero de los más listos o de los que detentan el gobierno. Eso no es política, sino hipocresía y engaño. Es falta de verdad y responsabilidad hacia la población que se pretende gobernar. ¿Por qué no se hizo un plebiscito para que se elija el sistema electoral más justo y apropiado? ¿Aunque sea facultad del poder legislativo?
Este gobierno no permite el control popular; y nunca, históricamente, es bueno ni conveniente ni saludable para la población que sean las mismas personas los gobernantes por tantos años, porque la permanencia en el poder daña todo sistema constitucional y toda convivencia. Es la permanencia eterna la que malogra cualquier Proyecto de Provincia y deja sin opciones y sumisa a la población, dejando que el desconcierto y la desesperanza alimenten al huevo de la serpiente. Nunca se sabe que pasará cuando la cáscara se rompa, y quién y qué estará allí.

Los bienintencionados que no son obsecuentes -y también los obsecuentes- nos dicen: ¿Por qué si hay crítica no organizan entonces un Partido Político y participan según las reglas establecidas? Otros, los infectados de politiquería y nada de militancia, contestan: sin dinero es imposible. Los soñadores, los que creen que con el sentimiento peronista basta para un buen gobierno, no se atreven a cuestionar lo que está mal. Están los resignados, los acobardados por la edad, por los desengaños y las traiciones, los que han perdido la fe en su propia capacidad de lucha y en el triunfo del Bien. Prefieren la resignación de caer en el que suponga el menor daño. O suponen que no votar a los mismos es peor. ¿Quién es responsable? ¿No es el gobierno provincial, acaso? Y tampoco hay que olvidar a los que votan como castigo, o votan negativamente esperando a que se rompa el continuismo para esperar otro escenario a futuro. Aunque no importen las consecuencias. Pero las consecuencias sí importan, porque nos afectan a todos, y sobre todo a los de menores recursos. Si en todos lados se cuecen habas, en todos lados también se cuecen cobardías, todas las decisiones que hoy prevalecen en la Provincia.

Una ceguera y sordera general imperan en la dirigencia política. Sobre todo, en la del Partido Justicialista. La realidad que ven, y las palabras que escuchan -también los aplausos-, son sólo el espejo de la incapacidad y mediocridad de una dirigencia que se ve y se escucha a sí misma. Complaciente y creída. No escuchan ni ven los llamados de atención, las críticas, el clamor de la gente. No dan ni permiten el debate. Eso no es para nada moral, ni justo, ni saludable para la convivencia social, ni para ellos mismos como personas. Porque, aunque parezca extraño, una política de verdad, también los debe considerar. Porque se trata del bien de todos.
Muchos dicen que no hay salida de la asfixia. Unos y otros, oficialismo y oposición, concurren en defenestrar al adversario. ¿Eso es Política? ¿Es el ejemplo que ofrecen a los más jóvenes? ¿Una política clientelista, obsecuente, llena de ideales que no se cumplen en la práctica y anacrónicos a la Justicia que se espera? Si el peronismo es sentimiento, la política tendría que ser la expresión de ese sentimiento con transparencia y no con argucias ni mentiras. Sin verdad, no hay lealtad posible.

¿Por qué no se prescinde de la vieja politiquería conservadora y se hacen convocatorias abiertas para que la población se exprese? ¿Por qué no se llama a que cada barrio de cada localidad se organice como quiera y exprese sus necesidades, demandas y sueños? ¿Por qué no se deja que cada barrio de cada localidad elija a sus propios candidatos en lugar de imponérselos? ¿De cualquier signo político con tal que merezca la confianza de sus vecinos? ¿Por qué no se construyen desde el gobierno canales adecuados para que sea posible otro tipo de régimen electoral, otro tipo de representación, otra política? Pero los que no creen en ninguna utopía ni en ningún sueño, los que no creen en las personas, en las buenas intenciones y voluntades, los que defienden sus puestos políticos aunque sean dádivas, seguramente serán los primeros en decir que es imposible. Unos, se escudan en la ley, en la institucionalidad, y otros en el pragmatismo, en el realismo político. Ambos, son ciegos que creen conducir ciegos y no personas libres.

Ningún pueblo que sea realmente libre, tendrá un mejor destino si no lucha por ser protagonista de ese destino.

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