Ahora llegó la hora de la reconstrucción de confianza y credibilidad en la sociedad, y esta, siempre se da a partir de la reputación, de la construcción de empatía, de entender qué le está pasando a la gente y anteponer esa necesidad a cualquier interés o discusión política, personal o partidario.

¡No hay forma!

Los muchachos siempre tienen la mirada en el contrincante, en su enemigo político y ahí enfocan sus erróneas y desafortunadas declaraciones y comunicaciones, y el líder o el candidato siempre tiene que mirar desde los ojos de su pueblo. Es demasiado evidente su interés personal y no en el interés del elector, que en definitiva es a quienes tienen que cultivar.

Un líder eficaz y creíble será aquel capaz de abrazar una CAUSA que minimice el dolor de la mayoría y principalmente demostrar (significar) de que él la puede liderar, con ella encender una luz de esperanza, de expectativa, de futuro, de certeza, de posibilidades y de confianza finalmente.

El primer metro cuadrado es el área clave al que todo gran líder debe apuntar. En el primer metro cuadrado del votante encontrarán sus aspiraciones, sueños y dolores. Allí están los temas y los problemas que golpean las "emociones" de los ciudadanos todos los días.

Vamos a tener al candidato más competitivo, cuando éste logre o logremos, si es que nos toca colaborar, construir una estructura donde confluye el trabajo de manera radial o circular en todas estas áreas sensibles de ese metro cuadrado, con una estrategia (historia o narrativa) única cargada de emociones, que es un definitiva, la única forma de llegar y enamorar. Ya sabemos que la decisión del voto es emocional, y lógicamente el año que viene ganará el que gane "La guerra de las emociones".