Sábado, 27 Abril 2024

Llamamiento a lo mejor de la naturaleza humana

Publicado el Martes, 21 Noviembre 2023 10:21 Escrito por

El título de este artículo pertenece a un pensamiento de Martin Luther King. Resume el mayor y mejor anhelo de un ser humano que creía absolutamente en la capacidad del reencuentro con las personas. Él no dudaba ni juzgaba a los otros por su condición, sino que apuntaba a sacar, a extirpar, el impersonal odio que no los dejaba ser, para encontrar lo mejor de sí en ellos.

Gran parte de su pensamiento lo expreso aquí, porque como muchas personas –el hombre y mujer que vive, trabaja, tiene su familia, ama, cuida de ellos y los demás- él creía que se podía cambiar hasta las más insensibles actitudes, y que aún en las peores condiciones en que se encontraran las personas, habría esperanza. Pero hay que develarla.

“La Naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural”.  Confucio

Que se diga que el Hombre es un animal de costumbre, es una falacia. Y aunque parezca que nos acostumbramos a la injusticia, a la mentira, a la indiferencia, y a escuchar el escarnecimiento de los otros, haciéndose en nosotros un hábito, es una falacia. El hábito es una elección, no una costumbre. Hay que cambiar esos hábitos. Aun viviendo o temiendo la inimaginable maldad.

“La Naturaleza Humana es frágil, y llena de miserables pasiones. Una sola de estas pasiones es grande y bella: al amor.” George Sand

Todo mal, toda injusticia y mentira, están conectados. Son parte del mismo odio. Y no se puede conculcar uno sin el otro. La tentación a responder del mismo modo por parte del que sufre, es porque se siente ignorado e impotente. Solamente ayudándolo a darle un sentido nuevo a su situación de sufrimiento, abandono y dolor, descubrirá su capacidad de lucha y de esperanza.

Es un camino difícil, pero viéndonos únicamente como personas y no como objetos, es que no habrá ya enemigos entre nosotros; porque sabemos muy bien que el egoísmo y la avaricia nos separan; que llevan al odio y a la ira que desgajan y rompen el alma. Todos nos damos cuenta de ello cuando actuamos correctamente y hacemos el bien y somos solidarios, porque nos sentimos unificados y plenos. Hacer lo correcto es la semilla que hará surgir y alimentar las fuerzas que necesitamos, dándole el sentido real a nuestras vidas, a nuestras luchas y a todas las luchas.

Es cierto que el odio convive con nosotros. Ello se debe a la oscuridad de las conciencias. Es una enfermedad social que solamente con la fuerza moral del amor y la verdad, se puede eliminar. Bien dicen que, si la Verdad no nos afecta, es porque somos iguales a los demás; ésos que pasan de largo. Si quieren comprar nuestra voluntad y libertad y ello tampoco nos afecta, es porque somos igual que los demás. Y cuando no reaccionamos frente a lo que no está bien, a la amenaza, a la violencia, a la emoción desmedida y turbulenta, somos igual que “esos demás”.

El Otro no es un enemigo, ni un medio para un fin. Tampoco un chivo expiatorio de nuestros fracasos, frustraciones e incapacidad de exigir la verdad y la justicia a quien corresponde y sin odios. Solamente con la valentía del no-odio, de la razonabilidad, de la prudencia, de la insistencia y resistencia infinita, podremos descubrir a esos Otros como seres humanos y convencerlos… o disuadirlos. Por supuesto que ello exige plena conciencia de que el camino será doloroso, porque la complejidad de la bondad y de la maldad del mundo están conviviendo con nosotros, y, además, la tentación del odio estará latente. Pero no hay que temer ni desanimarse; hay algo más fuerte que el odio.

“El dolor, las dificultades, los fracasos, nos dan mayor determinación más igualdad, más unidad, más democracia”. Martin L. King          

Los niveles de conciencia social son oscilantes. Gran verdad. Pero los deseos también. Ya sea por intereses, codicia, solidaridad y altruismo. O plena responsabilidad de un deber moral para consigo y el prójimo. El Hombre, por avaricia y egoísmo, puede ser predador; y la sola ley, costumbre o creencia no son suficientes para controlarlo, aunque se hayan creado para que sobreviva. ¿No podemos aceptar de la existencia del Otro para compartir y crear juntos, sabiéndonos merecedores de un destino en común? En nuestra Argentina, el camino será aprender a convivir entre el Deseo y la Ley, pero mediados por el descubrimiento de la aceptación del Otro, por la solidaridad, la razonabilidad, la tolerancia y el respeto en la Verdad y la Justicia, para que esa sociedad que todos deseamos sea una realidad. La única y auténtica militancia posible. 

“El militante no muere por amor. VIVE por amor”.  Sol Giles

 

 

 

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