Page 5 - Calle Angosta Número 06
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La Rebelión de Tupac Amaru







              Eduardo Galeano, el imprescindible escritor Uruguayo, publicó en 1971 un   En su calabozo entró el visitador Areche para exigirle, a cambio de prome-
          texto fundacional llamado Las Venas Abiertas de América Latina.           sas, los nombres de los cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con
                                                                                    desprecio: «Aquí no hay más cómplices que tú y yo; tú por opresor, y yo por
              Hay decenas de episodios que parecen fruto de la imaginación del autor, en  libertador, merecemos la muerte».
          ese libro. Pero están rigurosamente documentados.
                                                                                         Túpac fue sometido a suplicio, junto con su esposa, sus hijos y sus prin-
              Calle Angosta reproduce un breve párrafo. Dice Galeano:               cipales partidarios, en la plaza del Wacaypata, en el Cuzco. Le cortaron la lengua.
                                                                                    Ataron sus brazos y sus piernas a cuatro caballos, para descuartizarlo, pero el
              “En 1781, Túpac Amaru puso sitio al Cuzco. Este cacique mestizo, direc-  cuerpo no se partió. Lo decapitaron al pie de la horca.
          to descendiente de los emperadores incas, encabezó el movimiento mesiánico y   Enviaron la cabeza a Tinta. Uno de sus brazos fue a Tungasuca y el otro a
          revolucionario de mayor envergadura. La gran rebelión estalló en la provincia de  Carabaya. Mandaron una pierna a Santa Rosa y la otra a Livitaca. Le quemaron el
          Tinta. Montado en su caballo blanco, Túpac Amaru entró en la plaza de Tungasuca  torso y arrojaron las cenizas al río Watanay. Se recomendó que fuera extinguida
          y al son de tambores y pututus anunció que había condenado a la horca al corregi-  toda su descendencia, hasta el cuarto grado”.
          dor real Antonio Juan de Arriaga, y dispuso la prohibición de la mita de Potosí.

              La provincia de Tinta estaba quedando despoblada a causa del servicio obli-  El final de Las Venas Abiertas de América Latina, el último párrafo de esta
          gatorio en los socavones de plata del cerro rico. Pocos días después, Túpac Ama-  obra inmensa publicada, reitero, en 1971 y que todavía hoy es de lectura y refe-
          ru expidió un nuevo bando por el que decretaba la libertad de los esclavos. Abolió  rencia ineludible, dice:
          todos los impuestos y el «repartimiento» de mano de obra indígena en todas sus   “Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la
          formas.                                                                   reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos
                                                                                    tienen, ellos sí, en sus manos, la tarea.”
              Los indígenas se sumaban, por millares y millares, a las fuerzas del «padre
          de todos los pobres y de todos los miserables y desvalidos». Al frente de sus   La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que
          guerrilleros, el caudillo se lanzó sobre el Cuzco.                        América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus due-
                                                                                    ños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio.
              Marchaba predicando arengas: todos los que murieran bajo sus órdenes
          en esta guerra resucitarían para disfrutar las felicidades y las riquezas de   Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses,
          las que habían sido despojados por los invasores. Se sucedieron victorias y  pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las concien-
          derrotas; por fin, traicionado y capturado por uno de sus jefes, Túpac Amaru fue  cias de los hombres”.
          entregado, cargado de cadenas, a los realistas.




























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