Los sentimientos más poderosos son invisibles. Cuanto más invisibles, más poderosos. En realidad, ambos son hechos de voluntad. El amor y el odio. Ambos pueden residir en el corazón. Uno es el dueño, el otro, un usurpador. Si habita el odio, no tarda en salir afuera y hacer daño. No se soporta a sí mismo. Si habita el amor, tiene las puertas siempre abiertas.
Un llamado a la reflexión
La política tradicional se ha ganado un descrédito y rechazo popular sin precedentes. Las razones son evidentes: corrupción, fracaso económico, promesas incumplidas, y la desconexión generalizada de gran parte del arco político con las necesidades de la gente. Ante este panorama surge una pregunta fundamental: ¿vale la pena involucrarnos en política? Mi respuesta es un rotundo sí, porque la política es demasiado importante como para dejarla en manos de inescrupulosos.
¿Alguna vez te has preguntado por qué tu municipio parece estar siempre limitado por la falta de recursos y supeditado al beneplácito del estado provincial?
¿Qué pasaría si tu ciudad tuviera el poder y los recursos para resolver sus propios problemas sin depender de decisiones tomadas a muchos kilómetros de distancia?
Calle Angosta tuvo acceso a un pormenorizado análisis realizado por profesionales del derecho laboral encargado por la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria Química y Petroquímica de la República Argentina (FESTIQyPRA). Los especialistas desmenuzaron el regresivo texto de presidencia y explicitan las consecuencias que traería la aplicación y en el que no se vislumbran beneficios concretos para los trabajadores, sino todo lo contrario.
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