Bob Dylan y Leonard Cohen están unidos por muchas cosas. Principalmente ambos son famosos por un estilo similar –en su voz, en su vestimenta, en su visión del mundo– y porque los dos fueron grandes letristas y compositores de melodías. Ambos son judíos que no se dejan influenciar por el grueso de la sociedad, con una gran capacidad poética. 

Muchos de nosotros identificamos a Winnie Pooh (o "Winnie the Pooh", como es su nombre completo en inglés) por la representación que hizo Walt Disney, específicamente a partir de 1966, cuando estrenó la primera producción protagonizada por el personaje: Winnie the Pooh and the Honey Tree (El oso Winnie y el árbol de miel).

Sin embargo, el simpático oso amante de la miel no es una creación original de Disney. Como ocurrió con muchas otras historias en la etapa de consolidación de la compañía, Disney aprovechó la creación de otro, en este caso del escritor A. A. Milne, quien imaginó tanto a Winnie Pooh como a sus amigos, e indirectamente de E. H. Shepard, el ilustrador que realizó las primeras imágenes de los personajes. 

Milne publicó la primera historia de Winnie Pooh en 1926 y, ante la buena recepción obtenida, sumó otros relatos durante los 2 años siguientes. Sin duda, la ternura del personaje, la calidad de las narraciones y otros elementos más contribuyeron a su reconocimiento mundial que, aunque un tanto lento, como suele ocurrir con los libros, cristalizó sobre todo a finales de la década de 1950, cuando los libros de Milne protagonizados por el oso fueron traducidos a numerosos idiomas, incluso al latín.

Fue en ese momento cuando Walt Disney volteó a ver al personaje. En 1961, la firma consiguió la cesión de derechos de Winnie Pooh, sus historias y otros personajes asociados y a partir de entonces desarrolló varias producciones que fueron también exitosas, incluso hasta los años 1990.

Sin embargo, este año el destino de Winnie Pooh está por cambiar, debido a que en algunos países se ha cumplido el plazo vigente para que el personaje detente una propiedad intelectual. Específicamente en Estados Unidos, luego de 95 años de su publicación, los derechos de autor de la creación de A. A. Milne caducaron y, por lo tanto, es posible usarla libremente.

En ese contexto, el director Rhys Frake-Waterfield decidió situar al personaje en una historia cinematográfica radicalmente inesperada.

Su película, titulada Winnie the Pooh: Blood and Honey (Winnie Pooh: sangre y miel) imagina al oso ya no como un dulce personaje infantil sino como un asesino terrible, cuya ira se desencadena luego del abandono en que lo deja Christopher Robin (estrictamente su “dueño”, pues Winnie Pooh está basado en el oso de felpa que tenía el hijo homónimo de A. A. Milne).

Como respuesta a ese acto traumático, Winnie Pooh comienza a asesinar personas, en compañía de Puerquito ("Piglet"), ambos sumidos en una locura homicida irrefrenable.

Aun cuando para muchas personas esta interpretación del personaje puede resultar escandalosa, al mismo tiempo se puede considerar un giro creativo para el personaje y, en ese sentido, nos hace sacudirnos la imagen enternecedora legada por las producciones de Disney.