Martes, 05 Noviembre 2024

La figura de Juana de Arco, la guerrera que lideró las tropas de Carlos VII en la llamada Guerra de los Cien años que enfrentó a Francia con Inglaterra, reaparece en estos días en una biografía titulada con su nombre donde la escritora Katherine J. Chen desmonta la estampa de doncella atractiva y grácil que cristalizó el imaginario popular para retratarla como una mujer corpulenta y poco agraciada que se empoderó como guerrera por venganza.

Decenas de obras se han escrito exaltando la leyenda de la joven que murió quemada en 1431 y que fue inmortalizada como la Doncella de Orleans, en sintonía con relatos donde irrumpía casi como una divinidad que recibía órdenes divinas, animaba a los soldados a confesar sus pecados y lideraba combates sin mancharse la ropa de barro y sangre.

"Juana de Arco", una biografía que acabar de editar en español el sello Destino tras ser elogiada en su versión anglosajona por escritoras como Hilary Mantel o Margaret Atwood, retoma con mirada renovada y des-romantizada la historia de la campesina medieval que llega a ganarse la confianza de la monarquía francesa y libra decenas de batallas hasta que es apresada por los ingleses y quemada en Ruan, nada menos que tres veces para no dejar rastro de su cuerpo, el 30 de mayo de 1431.

Para Katherine J. Chen, autora de este nuevo texto, Juana de Arco no fue una delicada heroína sino una osada guerrera. Así lo definió la escritora en una entrevista reciente con el diario español El Mundo, donde describió: "Ella no fue una santa, fue una soldado. Ganó batallas imposibles. Para acabar pasando en la cárcel gran tiempo de su corta vida y arder finalmente en la hoguera. Cuando leemos las transcripciones de su juicio parece imposible la elocuencia que muestra una persona tan joven rodeada de enemigos".

El libro, que causó revuelo hace unas semanas por su portada diseñada con Inteligencia Artificial -un motivo por el que algunas librerías españolas decidieron retirarla de la venta- está planteado como una novela histórica que consagra a una Juana de Arco terrenal y falible que duda de su fe pero se ve empujada a actuar por los acontecimientos que le toca vivir: una mujer poco agraciada estéticamente y con una clara conciencia de su contexto social e histórico.

El texto, que retoma el registro de otras novelas históricas actuales de escritoras como Maggie O'Farrell o Hilary Mantel, está escrito en presente y con una fuerte dedicación a los detalles que rodean al personaje Para Chen, el objetivo era bajarla del pedestal en el que la historia le ha colocado. "Quería mostrar su naturaleza adolescente, su naturaleza rebelde", indicó.

La autora es hija de una inmigrante china nacida en Shanghái que llegó a Estados Unidos en 1989 sin conocer el idioma pero tratando de escapar de la pobreza. "La pobreza ha sido una fuerza impulsora en mi literatura", aseguraba en una charla reciente en la Universidad de Brown, donde actualmente trabaja en su doctorado.

En este nuevo abordaje, la Juana de Arco de Chen irrumpe como una mujer movida por el deseo de venganza contra los que quemaron su aldea, y violaron y condujeron a la muerte a su hermana, que recita de memoria la lista de los que ella considera responsable y quiere eliminar: "Juan de Lancaster, duque de Bedford, regente de Inglaterra; Felipe, duque de Borgoña; Enrique VI, futuro rey de Inglaterra. Soy Juana, voy a por vosotros", dice la novela.

Según este nuevo relato, la guerrera es pobre, analfabeta y crece escapando del maltrato físico de su padre. A partir de un elemento histórico, los intentos que hizo por aprender a escribir su nombre durante su tiempo en prisión mientras duraba el juicio que la condenó a la hoguera, Chen introduce un elemento fundamental en el tiempo en que Juana vivió: las primeras bibliotecas medievales en lengua romance, donde a partir de una escena inventada mientras está en la corte del rey Carlos VII, accede a algunos libros que son descritos como obras de arte.

Publicado el Lunes, 19 Febrero 2024 17:34 Escrito por

Raphael, cantante español y una voz privilegiada y popular de la canción romántica desde hace más de seis décadas, llegará en marzo a Buenos Aires para mostrar su nuevo espectáculo "Victoria" y dejar de manifiesto que ese repertorio tradicional, según pondera, "tiene letras maravillosas, tiene garra y tiene músicos de verdad".

"Pareciera que esas canciones de las nuestras no están tan en boca de todo el mundo, pero cuando alguien tiene que dar la cara bien, recurre a ellas porque las canciones de ahora tienen un ritmo espectacular pero en realidad no quieren decir nada", formula Raphael durante una entrevista con Télam.

El actor y vocalista nacido hace 80 años en Linares pero radicado desde pequeño en Madrid, ciudad desde donde dialogó con esta agencia, goza de un presente de reconocimiento y masividad cuya muestra palpable es la gira "Victoria" que pasea por escenarios iberoamericanos.

El espectáculo en el que interpreta más de 30 canciones (entre las propias del álbum escrito y producido por Pablo López que da nombre al tour como "De tanta gente", "Para seguir en pie" y "A punto de besarte" y otros éxitos atemporales del impacto de "Mi gran noche", "Yo soy aquel" y "Como yo te amo", por nombrar unos pocos), arribará el 7 de marzo al Movistar Arena porteño.

Allí el artista nacido como Miguel Rafael Martos Sánchez tendrá ocasión de revalidar los pergaminos de una trayectoria iniciada en 1962 en la que acumula 335 Discos de Oro, 50 Discos de Platino y hasta un Disco de Uranio, además de una estelar presencia en escenarios de la envergadura del Carnegie Hall, el Radio City Music Hall, el Madison Square Garden de Nueva York, o el Olympia parisino.

"Lo que hago en 'Victoria' es un concierto muy vibrante, muy fuerte, sin falsos momentos y donde no hay grabaciones que ayuden. Esto es del verbo cantar: Yo canto, tú cantas. él canta. Pues eso y sobre todo con un repertorio impresionante porque si yo tengo algo, es un repertorio impresionante, tanto las de antes como las del medio como las de ahora", se ufana y promete.

Capaz de fundamentar con claridad y sencillez el espíritu de su faena, el intérprete razona: "Yo no podría vivir sin estar en lo mío y lo mío es cantar y con la gente delante".

"O sea -abunda Raphael sin perder una amable sonrisa- a mí no me gusta esconderme a través de los discos ni de nada. A mí me gusta estar en persona, tú a tú con un público que abarca cinco generaciones porque evidentemente me ve desde gente muy joven a gente muy mayor".

Tan agradecido por la situación como capaz de naturalizarla por establecida, el creador aporta: "La verdad es que es una suerte poder cantar para cinco generaciones porque normalmente nosotros los artistas actuamos únicamente para la gente de nuestra generación, pero a mí se me ha ido la mano y se han pegado a ella otras cuatro generaciones detrás".

Télam: ¿A qué atribuye esa posibilidad de haber atravesado las generaciones con sus canciones?

Raphael: A que el público es el que manda y así me han recomendado familias a sus hijos y a sus nietos. "Vete a verlo, vete a verlo" y bueno, al ir a verme ellos siguen continuando la costumbre y así hay gente que me sigue por ciudades también y hacen turismo conmigo de aliciente. Y esta relación con los públicos es muy digno de estudio de verdad, porque a mí también me parece increíble que esto dure tanto.

T: Porque además es un lazo que no reconoce fronteras...

R: Tal cual. Yo no he encontrado en mi vida, un público hostil. Siempre ha sido un público muy entusiasta en cualquiera de los países.

T: ¿A qué atribuye ese tipo de vínculo?

R: Pues hay un poco de todo, pero yo lo atribuiría más que nada a la pasión que yo le pongo a mis cosas y eso el público lo nota y le gusta que uno sea apasionado por su trabajo porque en definitiva la gente va a recibir esa pasión a través de del escenario y gusta de las cosas bien hechas. Y yo trato de complacerles.

T: ¿Cuál sería el secreto de esa vigencia y de mantener esa voz?

R: A la voz, la verdad es que no la descuido que no es lo mismo que cuidarla. Por supuesto que no tomo bebida frías, no fumo, no bebo y procuro llevar una vida sana. Y bueno, esas cosas funcionan como prevención y bien dicen que prevenir es mejor que curar.

T: ¿Y esas son decisiones que tienen ver con tu deseo de seguir actuando y poder seguir estando en vigencia?

R: Claro. Porque en mí no cabe eso de retirarse y esas cosas. Yo voy a estar hasta que Dios quiera. Hasta que Dios y el público quieran.

T: ¿Qué te ocurre cuando prestigiosos colegas contemporáneos tuyos deciden dejar de cantar?

R: A cada uno le gusta vivir la vida que quiere vivir. Y a mí la vida que me gusta es esta.

T: ¿Qué te da el escenario?

R: A mí el escenario me da la vida, la vida ¿te parece poco?

T: ¿Qué ha significado la película "Mi gran noche", de Álex de la Iglesia, que marcó tu regreso al cine y te permitió conectar con mucha más gente?

R: El cine me encanta y estoy pensando en hacer más películas pero los tiempos son complicados porque siempre estoy con conciertos. Pero claro que es un gran lugar. Yo tuve la suerte de rodar con Mario Camus ("Al ponerse el sol", de 1967) y mucho con Vicente Escrivá ("El golfo", "El ángel" y "Sin un adiós", entre 1968 y 1970) hasta llegar a Álex.

T: ¿Alguna vez pareció que el actor le ganaría la pulseada al músico?

R: No porque originalmente soy músico y cantante. Lo que pasa es que me gusta mucho también la comedia y poder interpretarla. Diría que soy el doctor Jekyll y Mister Hyde también (risas).

T: ¿Qué implica seguir hablando del amor en un mundo tan cambiante y tan violento?

R: Si no fuera por el amor, apaga y vámonos. Y, además, porque el mundo está como está es hay que seguir cantándole al amor y por el buen camino.

T: ¿El amor es un motor para vos también?

R: Claro, pero el amor de todas clases; el amor al prójimo o el amor entre amigos, el amor de la familia, el amor a tu trabajo es que es importantísimo y que en mi caso es el amor al público.

Publicado el Lunes, 19 Febrero 2024 17:20 Escrito por

El inusitado vuelo internacional dado por Slash, el icónico guitarrista de Guns ´N´ Roses; y el clima festivalero generado por Ciro y Los Persas, alimentado también por Las Pelotas y Las Pastillas del Abuelo, fueron los dos grandes hitos que definieron a la segunda y última jornada de la edición 24° del Cosquín Rock, que se realizó en el Aeródromo del Valle de Santa María de Punilla, en Córdoba.

Para cuando la medianoche había quedado bien atrás, la celebración se extendió con la cumbia de Damas Gratis, el set electrónico del DJ estadounidense Steve Aoki y la combativa actuación de Molotov; en tanto que más temprano el trap se sentó en la mesa de los grandes dentro de la historia del festival con los shows de Duki e Ysy A en el escenario Norte, uno de los dos principales de los seis montados en el predio.

Pero fue Ciro, un viejo conocedor de este encuentro musical, quien tuvo la llave que finalmente desató la algarabía generalizada que no se había notado en la jornada de apertura, más allá de algunas actuaciones memorables como la de Divididos, Lali, Skay o Babasónicos.

En las última horas de la tarde, el exLos Piojos apeló a su pulso festivalero para arrogarse un cetro que aún estaba vacante en esta edición. Y no es que haya puesto en marcha alguna estrategia que no sea conocida, pero el formidable frontman se mueve como pez en el agua en este tipo de acontecimientos y sabe sacar provecho de eso.

Una buena dosis de canciones de su antigua banda, como "Tan solo" y "Como Alí", entre otras; los hits cosechados en su etapa solista y el toque justo de sensiblería, desde melodías sencillas pero de ribetes épicos fueron las armas a las que apeló el artista.

Desde un sitial de jugador tan local como Las Pelotas -el grupo con asistencia perfecta en 24 años de historia del festival-, Ciro se adueñó una vez del escenario a sabiendas de que parte con ventaja en ese sentido.

Aunque este encuentro musical suele incluir en su grilla a artistas extranjeros, sin dudas, la presencia del guitarrista de Guns ´N´ Roses, cuando ya había llegado la noche, le dio otra entidad a este ítem dentro de este encuentro musical.

Acompañado por Myles Kenneedy and The Conspirators, Slash brindó una soberbia demostración de rock and roll, en la que mantuvo el espíritu de la famosa banda angelina, aunque tomó la suficiente distancia como para dejar en claro que la actual se trata de una propuesta diferente.

En ese plan, el hombre de la eterna galera sorprendió al no incluir ningún tema de Guns N' Roses, una decisión que permitió transitar todo su set con la sensación de estar ante un sonido familiar, aunque presente en composiciones absolutamente desconocidas.

A cambio, uno de los últimos héroes de la guitarra regaló un electrizante momento rockero, en cierto pasaje de su performance, con un sonido más reposado y maduro, aunque sin perder contundencia, respecto a su faceta más conocida; y en otro pasaje, un tanto más cercano al vértigo de la legendaria banda por la que alcanzó la popularidad.

El atrapante show, que se pudo apreciar con especial atención debido a esta decisión de no caer en un setlist obvio y reconocible, mostró a un Slash despojado de lucha de egos, sin necesidad de entrar en competencia escénico con otra figura.

En muchos de los pasajes del concierto la propuesta musical se asemejó al Van Halen en la época en que cantaba Sammy Haggar; y recién se emparentó con los Guns sobre el final, cuando algunas canciones tomaron mayor velocidad.

Pero Slash también mostró alguna diferencia respecto a su faceta guitarrística más reconocida, debido a que mantuvo el estilo "sucio" y el uso de distorsión, pero no abusó de los sonidos agudos.

Un gran acompañamiento encontró el guitarrista en el cantante Myles Kennedy, un vocalista que en sus tonos graves recordó a Axl Rose pero en la mayoría de los momentos evidenció un estilo similar al de Bruce Dickinson. Por su parte, The Conspirators, un trío de guitarra, bajo y batería, supo estar a la altura de la figura de la noche, sin perder de vista quién era el protagonista indiscutible.

Acaso esta mencionada ausencia de temas de Guns N´ Roses mantuvo a la audiencia atenta pero muchos menos efusiva que si hubieran sonado clásicos, lo cual no alcanzó para igualar el clima festivalero instaurado un rato antes por Ciro y Los Persas.

Pero si, como se dijo antes, el exLos Piojos fue quien finalmente levantó al público, un poco más temprano, Las Pastillas del Abuelo encendió la mecha con su cada vez más estilizado cancionero de barrial poética.

El espíritu festivalero se extendió hasta la medianoche con Las Pelotas, que a pesar de algunas evidentes fallas técnicas, redondeó una muy buena actuación, basada en sus clásicos, que sonaron con una exquisita prolijidad hasta que sobre el final se dejaron de lado las formas con el recuerdo a Sumo a través de "No tan distintos" y "El ojo blindado", con Piti Fernández de Las Pastillas del Abuelo y Fernando Ruíz Díaz de Catupecu Machu como invitados, respectivamente.

Mientras Ciro concentraba en el escenario Sur la atención de gran parte de los poco más de 45 mil asistentes, según cifras oficiales, en el Norte, al otro extremo del predio, Los Caligaris montaba su personal celebración de carnaval, con su música festivas y show circense.

Poco antes, en ese mismo escenario la mexicana Snow Tha Product, conocida por acompañar a Bizarrap en una de sus famosas sesiones, debutaba en nuestro país con un interesante show de rap.

Aunque la artista no mostró mucha innovación desde lo visual, con la inclusión del consabido cuerpo de baile con chicas ligeras de ropa; desde lo sonoro desplegó un rap atravesado por el reguetón y el dance hall, entre otros ritmos.

En tanto, en el escenario Montaña, la tarde transcurrió entre el rock cancionero de Estelares; el divertido set de El Kuelgue, con su humor absurdo de libre asociación y sus melodías cool; y la energía y distorsión sonora de Catupecu Machu.

Hacia media tarde, el escenario Norte fue el sitio de los nuevos sonidos urbanos, con Neo Pistea en un estilo más purista, y, más tarde, con Milo J y su cruce con otras vertientes, incluso folclóricas.

Hacia la noche, esta tendencia mostró dos de sus cartas más fuertes: Duki, acaso el artista más convocante de esa escena; e Ysy A, el joven que provoca literalmente temblores en cada presentación.

Y aunque es verdad que el trap ya se instaló en el Cosquín Rock y ocupa horarios y escenarios centrales, aún debe hacer pie ante la gran oferta de shows que se dan en simultáneo.

La jornada de cierre del Cosquín también tuvo atracciones como Usted Señalemelo, Mimi Maura, Dancing Mood, Cruzando el Charco y El Bordo.

El broche de oro lo pusieron la cumbia de Damas Gratis, el set electrónico de Steve Aoki y los mexicanos de Molotov.

Con más de cien artistas entre las dos jornadas, repartidos en seis escenarios, y ante una concurrencia general que se acercó a las cien mil personas, pasó otra edición del festival más tradicional y federal que se realiza en nuestro país, con grandes momentos artísticos que siguen sumando a su largo historial.

Publicado el Lunes, 12 Febrero 2024 12:38 Escrito por

El artista dominicano Juan Luis Guerra regresó anoche a su país, donde no actuaba desde antes de la pandemia, para encabezar un multitudinario concierto en el que celebró cuatro décadas de trayectoria, con invitados especiales.

El músico y compositor, de 66 años, reunió a más de 50.000 personas en el Estadio Olímpico de Santo Domingo como parte del tour “Entre Mar y Palmeras”, y sumó en la presentación las participaciones del colombiano Fonseca, Melybel, Adalgisa Pantaleón, Alex Ferreira, Vicente García y los hermanos Rosario, entre otras.

Junto a su banda la 4.40 integrada por una docena de instrumentistas, Guerra desplegó el popular repertorio con su firma que recorre merengue, bachata, salsa y baladas.

En esa clave, se escucharon piezas que son íconos de su trayectoria, como “Burbujas de amor”, “La llave de mi corazón”, “Si tú me quieres”, “El Niágara en bicicleta”, “Ojalá que llueva café”, “El costo de la vida” y “Bachata rosa”.

Publicado el Domingo, 11 Febrero 2024 13:22 Escrito por
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