Martes, 05 Noviembre 2024

ATCO Records, 1992

La vulgar demostración de poder de Pantera. Un disco que rompió todo esquema de lo que estuvo hecho hasta el momento en materia de metal. Es más, este disco logró separar lo que es el thrash o el metal propiamente tal para ofrecer algo totalmente novedoso. Si bien los elementos del thrash, death, punk y crossover están claros y muy bien puestos, acá las guitarras presentaron unos riffs pesadísimos, un sonido completamente fresco pero al mismo tiempo un poco más sabio en cuanto a la señal de los tiempos. Era el nacimiento de lo que se conoce por groove metal hoy en día y este disco se transformó en obra clave de este nuevo estilo.

La depuración en el trabajo de composición es notable, los solos de Dimebag Darrell impresionantes, la fuerza en la batería de Vinnie Paul absolutamente brutal y la potencia en la voz de Phil Anselmo temible. El arranque es demoledor con ‘Mouth for War’, una montaña de riffs desmoronándose para caer encima tuyo, dejándote totalmente superado. El final del tema es simplemente electrizante, insuperable, infartante, donde no hay mucho tiempo para la compostura, ya que entra como cayéndose, pero nuevamente con los riffs más avezados del planeta ‘A New Level’. Acá vamos dando cuenta de que los tiempos van disminuyendo, lo cual no quita para nada potencia, al contrario, imprime esa cuota de rock’ & roll al metal, en gran parte de este disco, un rock & roll metalizado, con una onda increíble. Esto de los riffs cortantes y del tempo ralentizado es premisa en casi todo el disco: ‘Rise’ por ejemplo, aunque aquí el thrash toma la batuta también en gran parte del tema. Más claro ejemplo es ‘Walk’, una de sus canciones más aclamadas, donde la testosterona y la desafiante actitud de Anselmo sobrepasa todo estatus.

La casi hardcore ‘Fucking Hostile’ simplemente te vuela todo el cráneo desde esa entrada con el ‘one, two, three, four…’ de su arranque, un tema que no da ningún tipo de respiro y con unos coros medios funkys, los cuales de verdad llamaban la atención para la época en que fueron compuestos. La dirección musical de Pantera estaba claro que quería ir hacia otra parte, en pos de una innovación y renovación de la escena, lo cual fue el gran logro de la banda y de esta placa. El tema de este tipo de coros también se repite en ‘No Good (Attack the Radical)’.

La técnica de Dimebag Darrell y el derroche de energía, sabiduría y al mismo tiempo estilo es lo mejor que tiene este disco, haciendo perfecto uso de los pedales distorsionadores o lo que fuera para solventar una guitarra que llega a impresionar cómo aguantaba tanto poder sobre ella misma. En ‘Live in a Hole’ hay una conjuncíón impecable de todas las técnicas que se pueden usar para sacarle el máximo provecho al instrumento en la canción.

En ‘This Love’ podemos encontrar lo más parecido a una ‘powerballad’ dentro de este disco, una canción que habla de lo más oscuro de las relaciones, el amor, el desencanto y cuando éste llega a los extremos de la locura, y en la cual Anselmo se inspiró en una anterior relación. Los solos de Darrell aquí llegan a ser conmovedores, el feeling que impactó a su guitarra debe estar dentro de los mejores de la historia del rock, sin ir más allá.

Para el final del disco aguardan dos piezas de lujo: primero un tema  que como su nombre lo dice te invita a ser poseído. Se trata de ‘By Demons Be Driven’ que golpea fuerte sobre todo al final, con ese juego de riffs cortantes que no acaban nunca. Ni un exorcista te puede sacar el demonio que se te cuela adentro al escuchar esta canción, sobretodo en su parte culmine final.

Después y sellando con un broche de oro llega ‘Hollow’, una que arranca muy bella en melodía, muy inspirada por algunas de las mejores baladas de Black Sabbath y que quiebra todo margen al final con un impactante riff y enérgicos fraseos de Anselmo. Nos pueden recordar algo del ‘Master of Puppets’ de Metallica quizá pero doblando en actitud y poderío instrumental, lo cual es bastante decir.

Pantera con ‘Vulgar’ impuso un nuevo orden en el metal, si bien ya otras bandas hacían logros en el estilo, es Pantera la que de verdad logró imponerse y llevar todo esto a un punto que llegó a gobernar la escena, en un momento que el grunge acaparaba todas las miradas, de alguna forma Pantera hizo resucitar a los viudos del thrash metal, pero esta vez para renovar el movimiento en algo mucho más poderoso, con cuotas soberbias de actitud, con una técnica abismante y sin quitar una pizca de onda y estilo. Llama la atención, es un disco para no soltarlo jamás, han pasado 30 años y suena como hecho ayer, tan demoledor y brutal como en ese ya lejano 1992.

Publicado el Viernes, 15 Abril 2022 13:39 Escrito por Franco Muract Sosa

Atlantic Records, 1985

No Jacket Required es el álbum más exitoso de la carrera de Phil Collins, ganando con claridad en el rubro ventas a su sucesor,… but Seriously. En todo caso se trata de discos fundamentales que cimentaron la fama de superestrella de Collins.

Para este momento, Collins ya había editado por su cuenta Face Value, y un año y medio después Hello, I Must Be Going!, que tuvo similar respuesta de ventas y atención pública. Buenos discos, con buena recepción, que lo dejaron en una posición expectante. Desde allí, se subía o se caía. No Jacket Required iba a dar la respuesta.

Pero antes de eso, se metió de lleno con Genesis, grabando el disco homónimo (también conocido como Mama) y saliendo de gira entre 1983 y 1984, relanzando definitivamente la carrera del grupo (“un estilo refuerza al otro y nuestras canciones parecen entusiasmar cada vez a más gente”, reflexionaba Collins).

Pero Collins no se quedó quieto. Tuvo tiempo para grabar dos canciones fuera de sus discos que se convirtieron en sendos Nº 1. ‘Against All Odds’ (del soundtrack del film americano del mismo nombre) fue su primer top chart en Estados Unidos.  Una canción compuesta y desestimada por Collins tanto para Face Value como para su segundo álbum. Collins reconoce que no se le da bien elegir que canción tiene pasta y cual no. Tiene esta canción, titulada ‘How Can You Sit There?’, que para él no encaja en ningún lado. Se aparece Taylor Hackford, el director de Reto al destino y le pide un tema para su próxima película. “¿Qué te parece ésta? – Genial, pero agrégale a la letra Against All Odds, que es como se llamará la película”. Por una vez, Collins rompe su actitud de no dejar que se metan con sus “bebes” (como llama a sus canciones), y concede tanto el cambio de letra como de título.

Collins es ahora el músico de moda.  Philip Bailey le pide que produzca su siguiente álbum, Chinese Wall, pero solo pueden componer a dúo una canción. La única canción compuesta por ambos. Titulada provisionalmente ‘choosy lover’, tras un par de arreglos cambia de nombre y se convierte en el segundo gran éxito de Phil ese año, ‘Easy Lover’. El tema fue Nº 1 en Inglaterra y Nº 2  en USA.

Estamos en 1984, y Collins comienza a ser figura repetida en muchos lados, al punto de la molestia. El mismo reconoce esta saturación: “Estos son los años en los que aparezco en todas partes, todo el tiempo, monopolizando las ondas, la MTV y las listas de éxitos; ni los malditos Oscar se escapan. Por mucho que lo intentes, cuando enciendes el televisor o la radio no puedes huir de mí”.

Aparece en Band Aid, como prolegómeno a su doble presentación en Live Aid (¡quién entrado en años no recuerda, y por qué no decirlo,  siente vergüenza ajena por verlo ocupar el lugar vacante dejado por John Bonham en Zeppelin!).  Y muchas cosas que llevó adelante en los siguientes meses y años. Como Midas, parecía que todo lo que tocaba era oro, y también parecía que todos lo llamaban para poner colgarse del éxito de Collins.

Bien. En este contexto Phil Collins comenzó a ocuparse de su tercer álbum propio, luego de finalizar la gira de Genesis y de producir el disco de su amigo Eric Clapton (Behind the Sun, un álbum que presenta a Clapton acompañado de máquinas, un LP que hoy es una rareza musical, ya que Eric tomó la decisión correcta de volver a sus raíces bluseras entrando en los 90`s).

Collins se sentó a producirse en forma tranquila, tomándose toda la segunda mitad del año 84 para componer y grabar hasta conseguir lo que quería.  El título del álbum (No se requiere chaqueta) sale de un incidente ocurrido en un restaurant, donde se le negó el ingreso por no estar vestido adecuadamente. El enojo de Collins fue mucho, ya que dedicó cada entrevista promocional a defenestrar el restaurant.

En No Jacket Required Collins va intentar hacer un álbum que lo aparte de la etiqueta de baladista romántico. En sus palabras, “Voy a hacer un álbum de baile. O, por lo menos, un álbum con un par de canciones moviditas”. Pero no va a ser fácil pelear con el instinto. En definitiva es un hombre de afectos, no un rocker que se acuesta cada noche con una groupie diferente. Ha roto con su primera esposa, se ha visto separado de sus hijos, y ahora está nuevamente enamorado e intentando rehacer su vida. Peor aún, se deja invadir por el sosiego que traen más noticias de separación de amigos, la más relevante la de Clapton y Pattie Boyd. Inevitablemente eso va a reflejarse en la composición, y aparecen canciones como ‘Doesn’t Anybody Stay Together Anymore?’, ‘Inside Out’ o ‘One More Night’.

Como en casos anteriores, varias de las composiciones salen de la improvisación, el caso de ‘Sussudio’, palabra que no significa nada pero aún así no puede reemplazar por otra: “No se me ocurre otra palabra que quede tan bien como «sussudio», así que la dejo y trabajo en torno a ella”. Es una canción trabajada con maquinas y un ritmo pegadizo que se convierte en el obvio track de inicio de No Jacket Required. ‘Sussudio’ es elegida como single de difusión y se va derecho al tope de los charts.

El siguiente tema es del LP es ‘Only You Know and I Know’, una colaboración con su guitarrista Daryl Struemer, también una canción up marcada por los vientos de sus viejos colaboradores de EWF, ahora bautizados como ‘The Phenix Horns’, que mantiene alto el pulso del disco.

Otras piezas fueron más premeditadas, como  ‘Long Long Way to Go’, un tema marcado por los colchones de teclas, y un resabio de su inducción política de su paso por los proyectos de Bob Geldof; ‘Doesn’t Anybody Stay Together Anymore’, un tema mid-tempo con una reflexión personal acerca del divorcio como se dijo antes; o ‘Take Me Home ’, una brillante canción acerca de un paciente psiquiátrico e inspirada directamente por la novela One Flew Over the Cuckoo’s Nest. Y que es un cierre notable para un gran álbum.

¿Y qué hay en el medio? Están la melosa ‘One More Night’, otro nº1; la modernosa ‘Don’t lose my number’ (otro top five); el funky ‘Who Said I Would’, muy en la onda de ‘Sussudio’, y quizás junto a éste tema y ‘Take Me Home ’, el trío de canciones de mejor factura del  LP.

Como se dijo, Collins ya venía volando alto en el mercado de singles, y además su figura estaba muy promocionada. Por lo tanto era de esperar que el álbum y algunos de sus sencillos saltaran a lo alto de los charts. Y así ocurrió. El disco fue 12 veces disco de Platino en Estados Unidos (12 millones de copias vendidas solamente ahí), lo que lo convirtió en el LP más exitoso de su carrera.

Y es un disco que lo vale. Más allá de alguna canción omitible, en general es un álbum que está lleno de canciones de calidad, mas balanceado que otros del inglés, y definitivamente un LP que vale tener en tu discoteca, si es que antes no le tomaste antipatía al jovial Phil.

Publicado el Viernes, 15 Abril 2022 13:34 Escrito por Franco Muract Sosa

Parlophone Records, 2005

“El desastre ha de ser descrito de forma más realista como un proceso de degradación ya iniciado, extremadamente intenso, que se acelera de forma creciente y que es en muchos aspectos irreversible”

(Danowsky y Viveiros, 2019: 24, ¿Hay mundo por venir?)

Hablar del fin del mundo siempre supone bifurcaciones y ambivalencias interpretacionales. Por un lado, emerge el miedo a lo incierto, a lo desconocido, a lo alterno; mientras que por otro lado, también emerge una especie de tranquilidad como resultante del fin a la vida agobiante tal y como la conocemos. No obstante, como línea transversal, es que el tópico “fin del mundo” siempre tiene una carga reflexiva y crítica que nos posiciona como humanidad en el centro de la responsabilidad del detrimento socioambiental, y es de esto lo que nos nutre Demon Days.

Uno de los tópicos más relevantes que caracteriza a la banda animada es la construcción narrativa de cada propuesta. Una generativa que una que comprende tanto la creación arquetípica de cada personaje, como también las historias que van a dar sentido a cada lanzamiento de Gorillaz. La profundidad de cada detalle es que hace de este proyecto artístico, uno de los más complejos a nivel creativo, ya que posiciona como relevante la constante conexión y abstracción de contexto, los nuevos sonidos, pero también la oscilación y amplitud desprejuicida de lo inspiracional.

Cerca de 17 años han pasado desde el lanzamiento de Demon Days, y para ser sincera, en 17 años el mundo sigue -tanto o más- sanguinario que lo criticado en aquel 2005. Con 15 tracks contenidos en un margen de casi 51 minutos, es que 2D, Murdoc, Russel y Noodle nos llevan a un viaje tan distópico como la crisis política y social de Gilead, en The Handmaids Tale. Un viaje a un contexto post-apocalíptico, donde la destrucción, desolación y devastación es multivariable.

Con una fuerte articulación creativa vinculada al movimiento punk “No Future” de mediados del siglo XX, es que iniciamos esta experiencia multisensorial con la siempre bien ponderada “Intro”, una que con una fuerte carga sensitiva nos permite dar cuenta de que nos encontramos en un espacio estéril, oscuro e incierto. Continuamos con “Last Living Souls”, track que evidentemente nos da un primer alcance de la historia que estamos por conocer, porque “Take a gun or how you say? That’s no way to behave”, da cuenta de que este LP representa aquellos espacios colonizados por la muerte en subalternidad.

¿Quién es Dirty Harry?, ¿a qué nos referimos?, ¿de qué hablamos?… Muchas son las dudas respecto al real mensaje de tan potente track, que cuenta con la colaboración de niñas, niñes y niños del Coro de San Fernández y Bootie Brown. No obstante, se hace latente el guiño a una preocupación constante a las infancias, al dolor, a la pobreza. Porque las guerras robustecen la ambición de una élite descompuesta y sin alma que deja a “The poor people are burning in the Sun. But they ain’t got a chance, They ain’t got a chance”.

Continuamos con “Kids With Guns”, track donde la inspiración hip hop se manifiesta a tal punto, que la metáfora de violencia trasciende a la consolidación de la monstrificación de las infancias y humanidades corrompidas por el poder de las armas. Luego seguimos con “O Green World”, casi como una sátira al recuerdo de aquel mundo forestado, una aproximación a la aniquilación y muerte, es que llegamos a “Dirty Harry”, probablemente la canción más controversial a nivel político, puesto que la imagen de Bush y la guerra de Irak no pasan desapercibidos al ojo crítico de Damon Albarn.

Llegando al segundo bloque del álbum, nos encontramos directamente con la dialéctica sonora y emotiva de Demon Days, puesto que con la irrupción de “Feel Good Inc.” el cuarteto digital esboza que hemos llegamos a uno de los tracks más poperos del álbum, pieza que por lo demás fue el primer adelanto con el que se dio a conocer este disco. No obstante, seguimos con “El Mañana”, casi como una antítesis de “Feel Good Inc”, esto porque “El Mañana” nos recuerda que el amor, los afectos y la emotividad son aquellos albores que dan vida a la diversidad de la existencia. La esperanza ante el miedo, son verdaderos escudos ante la desolación del mundo construido en Demon Days, que para nuestra sorpresa, también se hace extensiva a nuestra realidad cotidiana.

“Every Planet We Reach Is Dead”, “November Has Come” y “All Alone” son realmente la trilogía indisociable de este LP. Tres variables concretas que dan cuenta de la perspectiva crítica de Damon respecto a la crisis socio-humanitaria de la que somos protagonistas. Por un lado “Every Planet We Reach is Dead”, apela constante e invariablemente a sensación de desorientación y desasosiego. Por otro lado “November Has Come” es la profundización argumental de la reflexiva competitiva imperante en las interacciones establecidas y conversaciones mal intencionadas. Y finalmente “All Alone” se transforma en el resultante de la articulación de los tracks antecesores, destacando observación activa a la soledad como establishment de lo social.

El último bloque de este gran LP que fue pensado y ejecutado como crítica a un contexto específico, hoy es una pieza atemporal que sigue trascendiendo contextos, espacios y situaciones. “White Light” es la encargada de dar inicio al ciclo final, con una apuesta minimalista y armónicamente rimbombante, abriendo paso a la estocada Dance-pop con “DARE”. “Fire Coming Out of the Monkey’s Head” aparece como una analogía crítica a la profundidad del daño a las guerras, donde la irónica metáfora “The dance of the dead” es realmente una perspectiva detractora y realista a la muerte en masa, a la devastación y al poder.

Finalmente “Don’t Get Lost In Heaven” abre paso a “Demon Days”, track que dio origen al nombre de este disco. “Demon Days” puede ser considerada una conclusión a una narrativa directa y elocuente a un contexto, pero también tiene la suficiente carga emotiva capaz de cerrar esta propuesta postapocalíptica como constructo articulador de nodos críticos de lo social. “Demon Days” como track también es resistencia, también es amor, y también es motivación. El amor propio es sin duda uno de los tópicos más complejos de abordar en el contexto actual, no obstante la grandilocuencia compositiva de Albarn nos invita a cuestionarnos sin tapujos: ¿Esperaremos que los “Demon Days” nos obliguen a mirar con rencor todo el amor que carenciamos de nosotras, nosotres y nosotros mismos?

Publicado el Viernes, 15 Abril 2022 13:29 Escrito por Franco Muract Sosa

Columbia, 1980

El punk y el disco desaparecieron de las listas, al tiempo que la new wave iniciaba su reinado. Sin embargo, hacia 1979, y en el terreno que Margareth Thatcher quería invisibilizar, empezaba a crecer con fuerza la New Wave of British Heavy Metal, marca con la cual bandas muchos británicos empezaron a aglutinar la rabia y la desesperanza de una generación.

Judas Priest llevaba casi una década haciendo metal, con letras generadas desde la impronta sabbathiana; sin embargo, los liderados por Ozzy fueron evolucionando hacia el hard rock, dejando el nicho puramente metalero con un camino ya iniciado y que podría ser fértil para la siembra de otras bandas. Y ahí mismo fue donde Judas Priest plantó sus semillas, las que germinaron vigorosas en abril de 1980 cuando lanzaron “British Steel”.

Este es un disco que se ha impuesto en la historia como un antes y un después, e incluso muchos críticos lo consideran el punto de partida de la NWOBHM. Este álbum llegó muy lejos y se distingue por su sonido duro, afilado y mucho más veloz que el de los discos anteriores de la banda y de todos los producidos en Inglaterra. “British Steel” se grabó en un estudio de Ringo Starr en 28 días, usando la tecnología analógica que estaba disponible; por eso, el trabajo encabezado por Tom Allon es magnánimo. Y qué decir de los bastiones que de allí se desprendieron.

“Breaking the Law” es un himno que se clavó como un imprescindible para el metalero de cepa. Su riff principal es perfecto y ha sido base creativa para cientos de bandas posteriores, mientras que su estribillo lo define como un himno antiopresión. Hicieron su primer video reventando tímpanos con la guitarra y con Halford doblando barrotes; por su concepto de ritmo de base, se podría poner al lado de “Smoke on the Water”, donde la simpleza instrumental enganchaba con la ira de la clase obrera. “Rapid Fire” es pura velocidad y furia de Holland, quien da inicio a la batalla de riffs entre Downing y Tipton al estilo de la vieja escuela, con puro sentimiento, y un Rob Halford sensacional. “Metal Gods” hasta hoy se mantiene como parte del setlist básico porque la esencia se desprende de su ritmo contundente y sus guitarras afiladas. Demás está decir que Halford es esta canción.

“Grinder” es un track muy heavy gracias a sus riffs abrasivos, al tiempo que Rob le da un estilo cimentado en potencia. “United” se convertiría en otro himno gracias a su dinámica y su estribillo fantástico; unas guitarras que acaban con todo lo que se ponga a su paso, tanto así, que en vivo te puede hacer llorar. “Living After Midnight” es otro trallazo decisivo, que con los años se ha transformado en el mejor resumen de la naturaleza de Judas Priest; por eso mismo es la más versionada del grupo, aunque ninguna de ellas se acerca siquiera a darle sombra a la original. “You Don’t Have to Be Old to Be Wise” es puro power, gracias a su mensaje y el solo destructivo que lo compaña.

“The Rage” es un medio tiempo con una interesante intro de bajo de Ian Hill, tras el cual las guitarras se convierten en una marcha abrumadora. Y “Steeler” es un rapidísimo tema, que hoy suena totalmente old school, y cierra el disco con broche de oro. Este breve resumen refiere a aspectos del metal fundacional, ese que actualmente no se hace y al cual terminamos recurriendo con frecuencia, estampando la trayectoria de “British Steel” como memorable.

La portada del álbum la diseñó Roslav Szaybo. Para crearla, se basó en la imagen de una empresa siderúrgica británica llamada British Steel. Con motivo del 30° aniversario el diseño fue retocado, añadiéndosele unas gotas de sangre que no aparecían en el original de 1980. Enlazando la imagen con el contenido, el metal generado por Judas Priest, instrumentalmente, no era tan nocivo comparado con la crítica que contenía en su lírica, la cual apoyaba a la multitud de obreros de Birmingham que habían quedado sin trabajo tras las reformas liberales de Thatcher.

Un brutal asalto de dobles guitarras gracias a la labor prodigiosa de Glenn Tipton y K. K. Downing. Y la interpretación de Rob Halford que, tras el disco, se transformó en figura a imitar y hoy ya es leyenda, casi a la altura de Ronnie James Dio o Lemmy. El sexto álbum de Judas Priest alternó gloriosos himnos que iban a definir el panorama de los ’80 para un sinnúmero de bandas en todo el orbe, varios de ellos precursores del thrash que nacería pronto. Todo en “British Steel” da origen a algún mito que personifica el género metal, tanto en lo creativo como en lo estético, sino que hablen los cueros y las cadenas.

Publicado el Viernes, 15 Abril 2022 13:20 Escrito por Franco Muract Sosa
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Calle Angosta | Periódico Digital. Publicación digital con artículos de interés en diversas temáticas, con selección de textos, imágenes, audios y vídeos.

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