Sábado, 11 Mayo 2024
Osvaldo Bianchi

Osvaldo Bianchi

A medida que el tiempo transcurre la zozobra se vuelve odiosa; basta una mirada como para interrogar (nos) -y al buen decir de nuestra entrañable amiga - '¿qué nos está pasando?'-. Es cierto, hemos mal elegido por acción u omisión pero, a decir verdad, vamos como de mal en peor.

Cuando hay tormenta, hay que mantener la casa cerrada; si abrimos un poquito la puerta es posible que el viento impetuoso nos lleve puestos, incluso con todas las pertenencias que -seguramente- con real sacrificio sostenido en el tiempo hemos conseguido.

Después de la Babel odiosa parece recurrente acudir a las historias bíblicas; pero nada es al azar y algo debe haber porque tengo entendido que dentro del judaísmo, como pasa en todas las religiones, hay facciones, desprendimientos, acepciones, maneras de interpretar y cosas por el estilo.

Viste que cuando uno tiene que viajar no se pone a pensar de una qué conductor me tocará, si estará alcoholizado al momento de manejar o si tendrá la suficiente pericia como para no ir zigzagueando todo el tiempo; tampoco uno considera si funciona el aire acondicionado con estos calores o la calefacción con semejante frío...

Recuerdo ese episodio, en el que todas las lenguas se confundían y nadie entendía nada; en efecto y entre otras cosas, la cultura parece estar muy en peligro. Un artista que declara no haber llegado nadie (entiéndase 'que la defienda', si no todo lo contrario) resulta para los odiosos de siempre un contraejemplo que otro par declare que "se vayan al carajo" los que quieren arrodillarnos.

Archiconocida fábula que refiere al perro que no come ni deja comer; en efecto, había una vez un hortelano que trabajó duro para tener variedad y calidad de frutos, pero tuvo que recurrir a quien cuidara su huerto sin poder éste abastecerse de los rindes que uno cultivó y el otro debía proteger.

No sé si has advertido que el que ganó, perdió; y el que perdió ganó. No creían que iba a hacer lo prometido, ni creen que va a hacer todo lo que prometió: ¡esa es la incredulidad odiosa!...

Pasado lo pasado, llegó a su presente lo más indeseado: batalla cultural, campaña del odio y la mentira, la incapacidad de pensar y hasta cierta estulticia...

A esta suerte, ya echada, sólo parece que nos queda resignación; “parece”, porque una vez hecho todo lo posible (aunque las dudas persisten, porque la omisión también constituye un delito -como el abandono de persona-), la resistencia resulta -al fin- un deber.

Hace unos días que dan vueltas algunos pensamientos que parecen estar fuera de contexto pero que, al final de cuentas, no resultan mejor contextualizados. Cuando éramos niños/as o adolescentes, probablemente alguna vez nos hayamos rebelado para ir a la escuela; lo que, quizá y a la postre, resultaba una suerte de ir en contra del sistema: pelo corto o recogido y cosas por el estilo.

Página 2 de 3

Calle Angosta | Periódico Digital. Publicación digital con artículos de interés en diversas temáticas, con selección de textos, imágenes, audios y vídeos.

Archivos de programas