Aunque pases por muchas dificultades, no te desanimes, si tienes preocupaciones, no pierdas la calma, si la gente y los problemas te persiguen, Dios no te abandona. Las contrariedades te hacen caer, pero no destruyen. Aunque pases y por grandes angustias, Dios te dará vida; contra el furor de tus enemigos extenderás la mano y su mano derecha te pondrá a salvo.
Alégrate y regocíjate en su amor, porque Él ha visto tu aflicción y conoce las angustias de tu alma. Pon tus preocupaciones en las manos de Dios, pues Él tiene cuidado de ti. No te inquietes por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo y a cada día le bastan sus propias preocupaciones.
Se sabe que Dios va disponiendo todo para el bien de los que le aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo con su plan. Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que te reconforta en todas tus tribulaciones, para que puedas dar a los que sufren el mismo consuelo que recibes de Dios.
Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia y protector de los que en Él confían.
Y si Dios lo dice ¡Así es!