Viernes, 01 Noviembre 2024

LA AVARICIA (II)

Publicado el Sábado, 11 Agosto 2018 09:29 Escrito por

Y les dijo Jesucristo: “Miren, y guárdense de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.  Es curioso ver como Jesús pide que nos guardemos de la avaricia, lo cual hoy en día muchos están envueltos en ella.

Políticos y empresarios se han dejado envolver por la misma sin medir las consecuencias, sin pensar del daño que ocasionan. Hoy estamos viviendo tiempos difíciles por la avaricia de muchos, hay quienes profetizan que las riquezas y los bienes materiales te llevan a la felicidad.

Cierta vez un predicador centro americana que le decía a la multitud, “Dios les dará carros de lujos y la gente los admirará”, ante esto habría que ver si es de Dios ese mensaje ¿para qué queremos tener por tener? ¿Para que la gente nos admire? Si Dios nos da, es para que nosotros demos también, en eso consiste la bondad y la misericordia!! 

Dios nos expresa que somos mayordomos de los bienes que tenemos, y nos vuelve a recalcar ¡Ay del pobre que se enriquece y olvida atender a los de su condición primera! ¡Ay del rico que lo pierde todo: comprobará en su carne cómo los que creía suyos ya no atienden sus llamadas!

El principio de John Wesley (clérigo anglicano y teólogo cristiano británico) era ahorrar y dar todo lo que pudiera, cuenta la historia que cuando estaba en Oxford, tenía unos ingresos de treinta libras al año, vivía con veintiocho libras y daba las otras dos. Cuando sus ingresos ascendieron a sesenta libras, a noventa y a ciento veinte al año, todavía vivía con veintiocho libras y daba el resto. 

Un día un inspector general de la plata le dijo que tenía que pagar un impuesto, y Wesley contestó: “Tengo dos cucharillas de plata en Londres y otras dos en Bristol. Esa es toda la plata que tengo por el momento, y mientras haya tantas personas a mí alrededor que necesitan pan, no tengo intención de comprar más”. Los romanos tenían un dicho de decía “El dinero es como el agua del mar: Cuanta más se bebe, más sed se tiene”.

Cuenta la biblia de que una persona se dirigió a Jesús y le dijo “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. Hombre (replicó Jesús), ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes? ¡Tengan cuidado! (advirtió a la gente). Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes».

Entonces les contó esta parábola:

“El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”.

Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado? así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios”.

Mientras se tenga la actitud del rico insensato, no podemos agradar a Dios, ya que el deseo de tener más solamente por placer, es contrario al Evangelio.

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tienen ahora; porque Jesús dijo: “No te desampararé, ni te dejaré”; de manera que podemos decir confiadamente: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”. 

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