Sin embargo, por qué será que muchas personas dedicadas a la Política partidaria –salvo honrosas excepciones- y a espacios de un Poder cualquiera, ya sea vecinal, gremial, de gobierno, etc., sean unos aprovechados, sinvergüenzas, oportunistas, desleales, y a veces de la peor calaña. No son el mejor ejemplo de ciudadanos, y aun sabiendo que la Comunidad a la que pertenecen también lo sabe, no les importa. Es tal la dureza de su corazón, que dejan de ser humanos. No obstante, son una minoría, aunque no lo parezca y tengan fama, y no es difícil dejar de contar con ellos. Basta con impedirles conducir, y en lo posible, evitarles que participen. Porque no hay enemigo más peligroso que el de las propias filas. Lograr la unidad sin cizaña, ya es un gran logro.
Cuando hacen reuniones, todos son amigos, compañeros, amables, buena gente… hasta dadivosos. Pero, si están en juego las posiciones o elecciones de cargos, candidaturas, etc., en lugar del debate de ideas y principios, entonces discuten, se agreden y calumnian con una crudeza sin escrúpulos, descarnadamente, con lo peor del deseo y la emoción –a veces con violencia-, pero en realidad, muy nítidos y precisos en los intereses que persiguen.
Los que no son sinceros, son embaucadores. La mayoría, grandes mentirosos. Usan la Verdad para mentir. Y en la Historia de la Humanidad, no es nuevo. Se aprovechan de los sentimientos y emociones de la gente. De su hartazgo e impotencia. Se alimentan de sus sueños y esperanzas. Utilizan los vericuetos de la legalidad para sus intereses. Lo más terrible es la propaganda de bondad, teñida de calumnias sobre sus oponentes, un cambalache en vidriera para lograr el apoyo o construcción de mayorías electorales y de opinión. Los medios de desinformación y el dinero, son sus cómplices principales. Los sostienen los poderosos, que casi nunca dan la cara.
El protagonismo que logran, se debe a que la mayoría de la población no sabe de su propio Poder para el Bien. Porque no dispone de tiempos, ámbitos y ocasiones para el debate, o para la discusión de ideas y la educación política. Trabaja, se ocupa para vivir, de hacerlo dignamente, de progresar. O procura el alimento de cada día. Son dueños de sus objetivos, prioridades y sueños. Y es lógico que así sea. No todos tienen la vocación de hacerse responsables del Bien Social, cuando realmente lo buscan. Aunque somos corresponsables por vivir en Comunidad. Y no podemos mirar para el costado para no ver al prójimo que sufre. Pero la gente, por normalmente honesta, confía en aquéllos vendedores de ilusiones siempre dispuestos... y con tiempo.
Ellos no deberían estar adonde están. Y nosotros no deberíamos sufrir las consecuencias de los que están donde no deben estar. Los dejamos hacer y no deberíamos dejarlos hacer. Tampoco sería justo no reconocer que los que ahora están, es porque los que tuvieron mandatos populares y responsabilidades, no tomaron las decisiones para los cambios estructurales necesarios de justicia y progreso social. Aunque nunca sepamos en quien confiar, por las obras los conoceremos; son sus actos los que van delineando el campo de lo humano de lo que no lo es. Entre la vigilia de la cruda realidad y el sueño de un bienestar que no existe, no hay lugar para indecisos y desentendidos; hay que despertarse y actuar.
¿Quién puede atreverse a decir que vigilia del amor no es una actitud de lucha, de compromiso, de defensa de lo justo y de los que sufren, que evita abusos y atropellos, que detiene la violencia y el odio? No hay herramienta más eficaz y obstinada para la Verdad y la Justicia. Exige siempre una acción de voluntad, la decisión de ver y actuar. Nada de lo bueno y justo que hagamos se pierde en un mar de indiferencia; vuelve con creces.
“El amor no es algo carente de valor. No es una fuerza débil, es una fuerza poderosa. Que puede organizarse en una acción directa efectiva. La crítica es que confunden la no resistencia con la resistencia no-violenta” Martin Luther King