La región amazónica, que abarca ocho países de América del Sur, tiene "similitudes con nuestra selva paranaense en la provincia de Misiones, pero más importante que cualquier semejanza es que todas las ecorregiones del continente forman un sistema interconectado de una impresionante riqueza en cuanto a su biodiversidad, sin olvidar el rol que tiene la zona en la regulación climática regional", dijo a Télam Beatriz Domingorena, secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente de Nación, en el marco del Día Mundial de la Amazonía.
La Amazonía "suministra humedad a toda Sudamérica, influye en las lluvias de la región, contribuye a la estabilización del clima global y posee la mayor biodiversidad del mundo", explicó Domingorena sobre esta extensa área, que representa aproximadamente el 4,9% del área continental mundial y cubre extensiones de los países Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Surinam y Guyana.
Además, este ecosistema cuenta con la cuenca del río Amazonas -la más grande del mundo- que alberga alrededor del 20% del agua dulce en superficie terrestre mundial, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La secretaria de Ambiente explicó que la Amazonía tiene similitudes "con nuestra selva paranaense en la provincia de Misiones, pero más importante que cualquier semejanza, es que todas las ecorregiones de Sudamérica forman un sistema interconectado de una impresionante riqueza en cuanto a su biodiversidad, sin olvidar el rol que tiene la zona en la regulación climática regional".
Asimismo, esta idea también es válida para "las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta y Santa Fe, que tal vez no tenga tanta prensa internacional como la región amazónica", como en el caso de los humedales, ecosistemas vulnerables que ofrecen "innumerables servicios ecosistémicos", como la preservación de la flora y la fauna, la regulación térmica y la amortiguación de las inundaciones.
Sin embargo, la ampliación de la frontera agrícola, la ganadería extensiva, la tala y los incendios forestales, junto con la minería, constituyen los principales motores de la pérdida de la cobertura boscosa y la degradación del ecosistema de la Amazonía, indicó la Cepal.
Por este motivo, la concientización en su preservación y uso sustentable "debe enfocarse principalmente en que las actividades productivas y/o extractivas no afecten la resiliencia de este enorme ecosistema", señaló Domingorena.
Frente a este escenario, la búsqueda de un modelo de desarrollo "con inclusión, considerando los límites que impone la naturaleza", es el actual desafío en América latina, una región que cuenta con "una inmensa riqueza natural en reservas de agua, minerales estratégicos, suelos productivos y riqueza en germoplasma", pero también una "gran desigualdad".
"Es nuestro deber conservar y usar racionalmente esos recursos naturales para nuestro desarrollo y el de nuestras generaciones futuras, haciendo un uso sostenible de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que ésta nos brinda", aseveró la funcionaria de Ambiente, quien también remarcó como fundamental que, para un exitoso desarrollo en la región, es indispensable la inversión en ciencia e innovación mediante una estrategia conjunta regional, "para lo cual es preciso fortalecer los proceso de integración".
Un centro de producción de conocimiento
En el mismo sentido, Felipe Milanez, doctor en Sociología e investigador brasilero del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) señaló a Télam que la pérdida de la Amazonía "merece otra mirada, ya que las fronteras que separan a los países son muy recientes y esas líneas no representan la diversidad cultural y ecología que hay en la región".
"Todos los bosques de Sudamérica tienen igual importancia y una dimensión climática enorme, como los incendios que estuvieron afectando al Chaco desde hace un par de meses", señaló Milanez.
Además de su riqueza de recursos naturales, la Amazonía es uno de los más importantes centros de producción de conocimiento del mundo, "tanto de especies vegetales como animales, donde se han producido grandes innovaciones culturales y ecológicas".
A pesar de esto, durante el mes de abril se deforestaron 1.000 km2 equivalente a casi 140.000 canchas de fútbol en la selva amazónica brasileña, según datos satelitales de la ONG WWF Brasil, mientras que en los cuatro primeros meses del año se deforestaron 1.954 km2, casi el doble respecto al mismo período de 2021.
La pérdida de esta ecorregión tiene impacto "en todo el mundo, pero sobre todo en América. Sin la Amazonía, todo el sudoeste de Brasil y el norte de Argentina se va a transformar en un desierto, se van a producir, por ejemplo, más huracanes en Estados Unidos. El equilibrio climático no puede existir sin la Amazonía", dijo Milanez,
Actualmente, el combate a la destrucción de este ecosistema "es posible", sostuvo el investigador, "reimaginando la economía con una salida al extractivismo", apostando, sobre todo, a las "economías regionales como una salida conjunta que tiene que ser construida colectivamente".
"Es un error pensar que nuestros países están aislados. Es necesario no solo compartir lo económico, sino compartir la ecología. Tenemos que tener una nueva dimensión de la Amazonía, y no solo pensar en políticas internas", concluyó Milanez.