Miércoles, 13 Noviembre 2024

Él

Publicado el Lunes, 14 Agosto 2017 20:51 Escrito por

Desde el comienzo de los tiempos Él ya era el verbo, hoy nuestro amigo fiel, fue azotado y herido por nuestros pecados y rebeliones.

Hoy es el camino, la verdad y la vida y nadie llega al padre si no por ÉL.

Mientras subía  a Jerusalén, ÉL les dijo: Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y “el Hijo del hombre” será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de ÉL, lo azotarán y lo crucificarán, y es necesario que “el Hijo del hombre” sufra mucho, sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas”. Pero les aclaró que al tercer día resucitaría.

ÉL les aseguró que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto.  Y por último ÉL les dijo: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

 Ya en Jerusalén, mientras comían, ÉL tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo dijo: “Tomen, coman; esto es Mi cuerpo” Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: “Beban todos de ella;  porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Y antes de terminar la cena les dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente." Y como lo dijo ÉL, fue traicionado, entregado y todo se cumplió.

Cerca de las tres de la tarde del viernes, ÉL clamó a gran voz. Elí, Elí, ¿lema sabactani?, es decir, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?  Algunos de los que estaban allí, decían al oírlo: Está llamando a Elías, veamos si Elías viene a librarlo.  Pero después de clamar nuevamente a gran voz, entregó el espíritu y murió. Horas más tarde ÉL fue sepultado conforme a lo dicho por el profeta.

“El domingo muy temprano por la mañana, las mujeres fueron a la tumba llevando las especias que habían preparado, encontraron que la piedra de la entrada estaba corrida, entonces entraron pero no encontraron el cuerpo, mientras estaban allí perplejas, de pronto aparecieron dos hombres vestidos con vestiduras resplandecientes y las mujeres se inclinaron rostro en tierra. Entonces los hombres preguntaron: ¿Por qué buscan entre los muertos a alguien que está vivo? ¡ÉL no está aquí! ¡Ha resucitado! recuerden lo que les dijo en Galilea, que “el Hijo del Hombre” debía ser traicionado y entregado en manos de hombres pecadores y ser crucificado, y que resucitaría al tercer día, y así sucedió.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos. Con ÉL estamos juntamente crucificados, y ya no vivimos nosotros, si no que ÉL vive en nosotros; y lo que ahora vivimos en la carne, lo vivimos en la fe en ÉL, el cual nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

Este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y ésta vida, está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Por medio de ÉL se reconciliaron consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.

En otro tiempo por nuestra actitud y nuestras malas acciones, estábamos alejados de Dios y éramos sus enemigos. Pero ahora Dios a fin de presentarnos santos, intachables e irreprochables delante de ÉL, nos ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte.

Sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecados, y su muerte trajo vida y salvación, volvió de la muerte y nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Así sea.

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