La adolescencia es una etapa que transcurre después de la niñez y antes de la adultez. Los cambios que atraviesan los chicos y chicas entre los 10 y 19 años son variables y complejos, y en los últimos años se vieron impactados por la pandemia por coronavirus que obligó a cambiar la rutina en todos los sentidos. La virtualidad, el encierro y luego intentar retomar la vida normal afectó mucho a las y los jóvenes en una etapa crucial de su crecimiento.

La subjefa del Servicio de Niñez, Adolescencia y Familias del Hospital de Salud Mental, Julieta Gatica, explicó que actualmente la provincia tiene múltiples adolescencias, lo que llevó a conocer a jóvenes que están en situaciones de vulnerabilidad, soledad y fragilidad psicológica. Por otro lado, la profesional destacó que hay un aumento de consultas de salud mental en adolescentes y destacó lo importante que es el acompañamiento de la familia y las instituciones en esta etapa.

“Hoy podemos hablar de lo que son las adolescencias, no solo desde una mirada en general, sino como múltiples adolescencias que se van configurando de forma subjetiva y diferente cada una. En este momento vemos una adolescencia atravesada por la pospandemia y todo lo que ha impactado en los jóvenes de hoy. En este último tiempo observamos que es notable el número de casos por cuestiones anímicas o de pensamientos de muerte”, aseguró Gatica.

La profesional también contó que ante estas situaciones con las que confrontan los jóvenes muchas veces percibe que hay vulnerabilidad en las redes de apoyo. “Hay una crisis en las instituciones escolares, ámbito familiar o lugares donde se despliegan los jóvenes. Y al estar vulnerables estos espacios, también hacen que las redes de sostén estén frágiles y que esta subjetividad se vaya construyendo desde la fragilidad”, dijo.

El uso constante de las redes sociales y la tecnología impacta de lleno en la juventud. Y ante la inmediatez y un exceso de información, los adolescentes comienzan a proyectar un futuro incierto.

“Esto genera como una contradicción. Por un lado, mucha información, y al mismo tiempo una sensación de vacío, de sin sentido, o hacia dónde voy en esta posmodernidad que también es una crisis de qué proyecto como adolescente puedo armar y configurar. Eso también debilita los planes a futuro de jóvenes o adolescentes”, analizó la psicóloga.

Gatica nota que los jóvenes transitan esta etapa de su vida con una soledad que surge a raíz de las condiciones que impuso la pandemia y luego al exceso en el uso de las tecnologías. “Ellos se van configurando en un trayecto de mucha soledad en relación a estos vacíos vinculares. La pandemia y pospandemia han ejercido toda una reconfiguración en la construcción de la subjetividad. Si bien desde la tecnología hay un exceso de comunicación, también hay un vacío a nivel vincular de cómo me relaciono con el otro”, dijo.

“Eso también se ve mucho en los dispositivos terapéuticos, donde hay mucha dificultad de cómo me vinculo con el otro, algo que resulta clave en la construcción de la subjetividad del adolescente con sus pares. Hay muchas cuestiones que implican y que hacen que las adolescencias de hoy sean diferentes a las de antes”, agregó.

Encuentran que existe una mayor dificultad de los adolescentes para vincularse con el otro.

La salud mental en esta franja de edad es un problema que irrumpió con mucha intensidad. “Los padres buscan tener la palabra autorizada de un profesional para poder acompañar a los jóvenes. Eso hace que los sistemas de salud se vean muy excedidos en las demandas. En el Hospital de Salud Mental apostamos a las dinámicas de terapia grupal de adolescentes y familias para poder acompañar y darles un soporte a estos vínculos”, explicó.

La profesional remarcó la importancia que tiene apoyar a los menores en esta etapa, que es bastante compleja por el impacto hormonal y social que experimentan y que, en algunos casos, puede llevarlos a situaciones de vulnerabilidad en la que toman decisiones perjudiciales como autolesiones, adicciones y hasta el suicidio.

Jorge Rodríguez es un psicólogo jubilado del Poder Judicial del cuerpo profesional forense que trabajó en varias áreas, entre ellas la adolescencia. Según su visión, la pandemia fue uno de los enemigos principales que complicó el desarrollo de los jóvenes, aunque advierte que la otra cara de la moneda está en las adicciones por consumos problemáticos.“El primer problema para todos los habitantes son los celulares. Hay una adicción bastante complicada que hizo que se pierda el diálogo entre el grupo familiar. Los chicos tienen mucho más diálogo con los externos que con los padres.

También tenemos las adicciones a las drogas o al alcohol. En mi época tomábamos vino como mucho. Ahora los chicos mezclan alcohol con un estimulante. Hablé con un médico forense que trabajó conmigo y me dijo que esa mezcla produce un efecto depresor en el organismo”, señaló Rodríguez.

Destacó sobre los síntomas que suelen manifestar los jóvenes ante la presencia de alguna patología psicológica y lo difícil que suele ser que los padres las detecten. “Antes los jóvenes salían y se divertían jugando al fútbol o en la calle. Ahora están muy encerrados en sus casas o habitaciones con sus celulares o computadoras. Entonces los padres no pueden saber si les pasa algo. Hay una falta de socialización muy grande del adolescente”, dijo.Un problema a nivel mundial

Unicef confirmó que la crisis provocada por la COVID-19 impactó en la salud mental de los adolescentes, algo que se manifiesta en la pospandemia. Un estudio realizado en Estados Unidos reflejó que los trastornos alimenticios se han duplicado para esta franja de edad. Además observan que estos cuadros se manifiestan a edades cada vez más tempranas.