Dillom, el rapero que ningunean sus colegas y que apuesta por una obra conceptual de larga duración en tiempos de canciones efímeras, coronó este jueves su segunda función de cuatro en el porteño Teatro Vorterix, con una potente performance y una puesta en escena con la que recreó su propio velatorio.
Un coche fúnebre estacionado sobre la avenida Federico Lacroze, y un santuario con velas y fotos del cantante dentro del teatro daban cuenta de antemano sobre el alcance de una experiencia dictada por el libre albedrío de una mente audaz y provocadora, capaz de simular su propia muerte artística para darle vida irónicamente a un repertorio sin etiquetas.
La voz ronca de Mario Pergolini -narrador en "Demian"- marcó el comienzo de la segunda jornada en Vorterix -de las cuatro que agotó en apenas seis minutos- y apareció en escena Dillom junto a su banda para hacer "Post Mortem", la canción que da nombre a su primer larga duración.
Iluminado por una pantalla que rotaba avisos fúnebres y con un cementerio armado en luces de led sobre sus espaldas, el cantante desató el fervor de sus seguidores desde el arranque, sin apenas emitir algún comentario o saludo en voz alta.
Empapado de influencias de los clásicos del cine de terror y con un merodeador con escopeta presta caminando el escenario para aportar mayor crudeza a la actuación, el joven rapero repasó gran parte de una incipiente obra que se completa con algunos de los singles con los que viene provocando celos y desconfianza entre los traperos más ortodoxos.
Inclasificable pero a la vez cercano a lo alternativo en todo su esplendor, con sus barras ácidas y un combo musical que a veces remite a Marilyn Manson y otras a Eminem, el protagonista se vuelve un fantasma según el guion dictado en las pantallas.
"Pelotuda", "Rilli Rilli", "Hegemónica", "Sauce", "Dudade" y "Opa", entre las más celebradas por un público que compitió a la par con el volumen de su voz y que festejó la presencia de sus invitados Saramalacara y Muerejoven, exponentes de su crew Rip Gang.
Un cartel en dorado que decía "Dillom, un capo" y una lluvia de papelitos al estilo cancha rompieron con el relato tétrico y aportaron ironía desde lo simbólico en una noche efervescente que se consumió en apenas una hora y media.
Haciendo alarde de su condición de provocador, se desquitó contra sus colegas que lo miran de reojo al cantar "esos raperos lloran como un sauce" y el público cayó rendido ante los pies del artista de moda, que aglutina tanto a rockeros como traperos.
Dillom, que viene de ser parte del Lollapalooza Argentina, es uno de los artistas confirmados para la primera edición del Primavera Sound en Buenos Aires, en sintonía con un ascenso vertiginoso que lo encuentra con los pies sobre la tierra y liderando una disquera independiente.
Fiel al sonido original de sus canciones, el artista armó una banda que ejecuta sin improvisar cada uno de los giros de sus canciones, a veces con la línea de bajo al frente y otras con distorsión hardcore como en "Reality", donde el anfitrión jugó por un rato a ser "el anticristo superstar" y se burló de aquellos que "nunca vieron a un artista".
Y después de tanto hacerse desear, finalmente compartió con el público aquella fantasía que había inaugurado con sus más íntimos cuando presentó en privado "Post Mortem" en un bar palermitano que por una noche se configuró como una sala velatoria.
Con actores vestidos de negro y llorando ante su muerte prematura, aquella vez el rapero irrumpió en el escenario desde un cajón para poner en acción el concepto de una obra que pergeñó durante los días de encierro pandémico sorteando ansiedades, ataques de pánico y miedo a la muerte.
El 3 y 4 de mayo Dillom dará sus últimas funciones en el Teatro Vorterix y, luego, saldrá de gira por el interior del país.
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