En un País como el nuestro, si hay crisis socioeconómica y de gobernabilidad –como ahora- la situación requiere más credibilidad social que política. La desigualdad subsiste, es enorme, y la concentración de riqueza de las minorías sigue aumentando escandalosamente. Hay una impúdica, inmoral y frívola ostentación mientras hay gente que no tiene qué comer, que no tiene techo, ni trabajo, ni remedios.
Ya hace unos años (se imaginan quién) quiso violar una ley nacional relativamente nueva que protege el ambiente y sanciona el daño -por otra parte, irreparable- que ocasionamos a diario a nivel social e industrial; ahí dice, por ejemplo, que no se pueden ingresar al país deshechos considerados peligrosos como la basura electrónica.
Ahora que el gobierno maliciosamente habla contra los políticos, acusándolos de “casta”, de “minoría aprovechada” y otros epítetos, en realidad lo que está atacando es al Pueblo en general, y ataca a la Política para que el Pueblo se inmovilice, se paralice y no pueda tener herramientas para reaccionar y hacer frente al vergonzoso saqueo que sufre.
Ya sé que parece una tautología, porque tanto la injusticia como el calificativo que ha dado caracterización a esta saga de pensamientos en voz alta tienen como una carga conceptual negativa; así que bien podría ser otro el título, como la "filosofía odiosa".
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