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Una película de más de un siglo

Publicado el Martes, 24 Mayo 2022 12:28 Escrito por Andrés Bacigalupo

En la historia de los cines de Villa Mercedes conviven páginas de esplendor y declive con un puñado de escenas inesperadas: magos, noticieros, series y familias enteras que iban para que las vieran. 

             En la década de 1960, si uno consultaba las páginas del diario Impulso, podía acceder a la programación de los 6 cines mercedinos de entonces: Astral, Mayo, Plaza, Renacimiento, Rex y Sportsman. Por entonces, en todo el departamento General Pedernera no vivían más de 50 mil personas. Treinta años más tarde, la ciudad tenía cerca de 75 mil habitantes (90 mil en todo el departamento) pero no había ninguna sala de cine. Una crónica de este diario de 1993 lamentaba la indiferencia ante el cierre del Cine Centenario (un año antes) y se quejaba de las no respuestas del empresariado local.

             Este contraste es un buen punto de partida para entender que la historia de los cines de Villa Mercedes es tan interesante como caprichosa: sus épocas de esplendor no siempre han coincidido con las de la ciudad. Los espectadores de antes tampoco eran “los mismos”: a fines de la década del ´50, cuando el televisor todavía era un electrodoméstico extraño en los hogares, la  gente iba al cine (también) a ver noticieros. En 1959, según consigna una nota de La Voz del Sud, el Cine Astral de la estación –dónde hoy funciona un casino- proyectaba el “Noticiero Movietone” mientras que en el Sportsman se podía ver el “Noticiario Argentino”. 

Fiesta de Carnaval en el cine teatro Sportsman, en la década de 1930.

           Tal como ocurrió en otras ciudades, la historia de los cines de Villa Mercedes tiene páginas que se entrelazan con el teatro y con toda clase de espectáculos. Edmundo Tello Cornejo documentó ampliamente la época de gloria del cine teatro Sportsman y solía ilustrar con números su magnitud: 250 plateas, 42 palcos (bajos y altos) y 60 asientos en lo que se denominaba formalmente “paraíso” (e informalmente “gallinero”). 

Magos, ventrílocuos y películas que no llegaban

             Inaugurado en ocasión del Centenario (1910), los primeros años de vida del Sportsman reflejan los avatares de una cinematografía temprana y rudimentaria. Las “películas” (cortas, sin sonido, precarias) a veces ni siquiera eran el plato fuerte de la noche. 

          Una revisión a las publicaciones del diario El Tribuno de hace un siglo nos sumerge en un mundo en el que lo circense aún conserva su huella distintiva. Así, por ejemplo, el 4 de junio de 1918,  se anuncia la presentación en el Sportsman del mago Remond y del ventrílocuo Belvedere. A este último se lo presenta como un “sin igual imitador de animales”. La crónica del día siguiente es elogiosa con ambos y enfatiza que “el señor Remond hizo variados juegos de prestidigitación resultando novedosos y ejecutados con suma corrección y limpieza”. 

            Algunos contratiempos de entonces reflejan las vicisitudes de una actividad aún muy elemental. En diciembre de 1919, por ejemplo, otra nota de El Tribuno explica que como la película En buena ley “no ha llegado, se proyectará, en su lugar, la hermosa cinta Goldwing”. No sabemos qué tanto disgustaban estos cambios a los espectadores pero lo cierto es que al cine no sólo se iba a ver sino también, a ser visto. Numerosas columnas de la sección “Sociales” de la década de 1920 lo reflejan. Una de 1924, por caso, consignaba que “entre las familias asistentes a la velada de anoche vimos entre otras a las de Morales, Poblet,Blanco, Videla, Perinelli, Velazco, etc”.

Otra postal del cine teatro Sportman en los años 30. Además de ofrecer películas y otros espectáculos, fue un concurrido lugar de socialización.

Cine y series

          El hábito de “ir al cine”, más o menos formal según la década, fue cambiando en múltiples sentidos. Hoy nos parece normal sentarnos en una butaca a ver una película de principio a fin. Durante mucho tiempo, sin embargo, las películas se dividían en actos (es decir, se hacían varias pausas en una misma función) y en partes (que se veían en días sucesivos, como las series).

        ¿Series en el cine? Sí. Nos resulta casi inverosímil desde nuestro presente de temporadas maratoneadas en Netflix pero hubo una época (o mejor dicho, varias) en la que las series se proyectaban en los cines. En 1941, por ejemplo, la entrada al Cine Plaza (hoy la esquina de Pedernera y Riobamba) incluía, además de 2 películas, la proyección del episodio número 12 de La Vuelta del Llanero Solitario.

La esquina dónde empezó todo

           La historia de los cines de Villa Mercedes tiene otras escenas que nunca conoceremos del todo: las emociones de miles de espectadores que, durante más de un siglo, lloraron o se rieron frente a aquello que titilaba ante sus ojos.            Si rebobináramos esa historia colectiva, veríamos pantallas con menos colores pero también una ciudad ávida de ver el mundo a través de cintas traídas por unos pocos. Y si rebobináramos del todo, llegaríamos a aquel momento de 1905 en el que Ramón Alonso colocó su “máquina de vistas” en la confitería El Cóndor (hoy en la esquina de Balcarce y España). No era propiamente cine pero las imágenes comenzaban a cobrar movimiento. Literalmente.

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