Actualmente, los refugios "En manos de Jesús" (ubicado en Colón y Bolívar) y "El buen samaritano" (en el barrio Las Américas) están funcionando a plena capacidad, sin poder albergar a más personas.
Estos albergues no solo proporcionan un lugar seguro para pasar la noche, sino que también ofrecen asistencia a personas con problemas de adicción. Sin embargo, debido al desbordamiento de estos espacios, muchas personas han comenzado a buscar refugio en lugares públicos como cajeros automáticos, la terminal de autobuses y el Paseo del Padre.
Vanesa explicó que, anteriormente, unas 20 personas eran albergadas en la Iglesia San Roque, que también abrió un refugio, pero con el aumento de la demanda, los dos albergues principales están completamente ocupados. Ante esta situación, grupos solidarios han comenzado a preparar y distribuir viandas, abrigos y frazadas para aquellos que se ven obligados a dormir en la calle.
Estas acciones solidarias no cuentan con el apoyo del gobierno, lo que agrava la situación de vulnerabilidad de estas personas. Ante la muerte reciente de Gustavo Corbino, un hombre que dormía en el cajero de la Universidad Nacional de San Luis, Vanesa Aballay expresó su deseo de crear un nuevo refugio donde las personas sin hogar puedan encontrar cobijo y calor. Para lograr este objetivo, ha solicitado la colaboración de la comunidad a través de Facebook o llamando al teléfono 2664-835493.
¿De quién es la responsabilidad de atender a las personas en situación de calle?
El fallecimiento de Gustavo Corbino ha reavivado el debate sobre la responsabilidad en la atención de las personas en situación de calle. La licenciada en psicología Eliana González señaló que tanto el Estado como la sociedad tienen el deber de ayudar a esta población en extrema vulnerabilidad.
Según González, la situación de las personas en la calle se ha vuelto tan habitual que como sociedad hemos perdido la capacidad de conectar con el sufrimiento ajeno. Las razones que llevan a alguien a vivir en la calle son complejas y a menudo están relacionadas con la ruptura de vínculos fundamentales.
“Estas personas han quedado al margen de la sociedad y de los dispositivos institucionales que podrían ofrecerles recursos; pero, principalmente, han quedado sin vínculos”, explicó González. Además, destacó que muchas de estas personas sufren adicciones, especialmente al alcohol, lo que complica aún más su situación.
En los refugios, para ingresar, las personas no deben haber consumido sustancias, pero muchas de ellas llevan años atrapadas en sus adicciones. González subrayó que no hay "recetas mágicas" para abordar esta problemática, pero que es posible ayudar desde la comunidad, ofreciendo comida, abrigo, y sobre todo, acompañamiento.
Finalmente, la psicóloga remarcó que el Estado no debe agotar nunca las instancias para atender a las personas vulnerables, incluso aquellas que llevan muchos años luchando contra sus adicciones. "Todos somos un poco responsables", concluyó.