Si hoy le tocara vivir lo mismo, seguramente cuando fuera a la cocina encontraría a la servidumbre contenta y celebrando porque los patrones le dejan tomar los restos de champagne que quedaron en las copas, incapaces de vislumbrar de que están en “La fiesta ajena” como en el cuento de Liliana Heker.
Sabiamente la Constitución establece las elecciones de medio término como forma de plebiscitar la acción de gobierno hasta el momento. Ayer la inmensa mayoría del país le dio un voto de confianza al partido gobernante.
Ayer descorcharon botellas de champagne los capitales especulativos que con las Lebac están haciendo fortunas. Las energéticas a las que le han perdonado nueve mil millones de dólares y le liberaron las manos para cobrar lo que les parezca. Los grupos concentrados de la economía que ahora van a avanzar sin tapujos hacia la flexibilización laboral. Norberto Quintana el hermano de Mario Quintana, vice jefe de gabinete y coordinador de la deuda pública, porque además de los 2.200 millones que ya lleva cobrados por comisiones como intermediario de las colocaciones de deuda desde sus oficinas de Nueva York, ahora podrán seguir acumulando deuda para la nación.
Y en la cocina están contentos porque les han bajado el sueldo, tienen que ayudar a sus viejos porque la jubilación no les alcanza y les han recortado medicamentos y los descuentos que tenían, sus hijos podrán trabajar gratis cuando lleguen a 5º año si es que llegan, al primo discapacitado se lo reparten para mantenerlo, y sobre todo están contentos porque les han enseñado a ahorrar y no como antes que tenían la mala ocurrencia de encender el aire en verano y las estufas en invierno.
Una auténtica fiesta. Ajena, pero fiesta al fin.