Hace unos días redacté una nota sobre cómo, desde nuestro lugar de ciudadanos, estamos alimentando a este monstruo a lo que algunos lo llaman de extrema derecha, derecha radical, libertario, o cualquier otro nombre que se le quiera dar. Este monstruo está devorando nuestros consensos democráticos, nuestras instituciones democráticas, y todos aquellos debates que parecían haber sido resueltos y acordados. Habíamos sellado todo esto con la frase en la que todos resonábamos: "Nunca Más". Nunca más listas para señalar a quienes piensan diferente, nunca más promover la violencia desde arriba o desde abajo, nunca más silenciar el disenso.
Sin embargo, lamentablemente, hoy nos encontramos nuevamente debatiendo estos temas, y lo peor es que esta vez viene desde nuestro presidente y su círculo más cercano. La mayor responsabilidad recae en él, ya que debería representar la cordura y ser un guía para la sociedad, pero se ha convertido en el principal incitador y promotor de mensajes cargados de odio y violencia, tanto verbal como simbólica.
Ante esta situación, no podemos permitirnos ser tibios ni quedarnos al margen, especialmente aquellos de nosotros que tenemos una responsabilidad social, como en mi caso como cientista política y defensora de los valores democráticos. Cada uno de nosotros, sin importar nuestro papel en la sociedad, debe alzar la voz frente a estos abusos.
Los abusos tienen nombre y apellido, como las listas de diputados y gobernadores que el presidente expuso en sus redes sociales, y que muchos medios de comunicación, con muy poca integridad democrática, se encargaron de difundir. En estas listas señala a aquellos que no votaron a favor de ciertos artículos de su "ley ómnibus", tratándolos de traidores y con una imagen de Terminator, exponía sus nombres como identificándolos. Lo que vimos la película sabemos que de esta forma el personaje identificaba a sus enemigos para exterminarlos.
Ahora, se suma el ataque a la cantante argentina Lali Espósito. Llamo a esto un ataque porque la forma en que el presidente se pronuncia en su contra y las palabras que utiliza para referirse a ella, por un lado, rozan lo infantil cuando afirma "ella empezó", pero también generan miedo debido a la incitación a la violencia que esto puede provocar.
En estas semanas hemos podido presenciar, como gestionó su enojo hacia los gobernadores que según él lo traicionaron, quitándoles a las provincias ciertos subsidios y fondos. El presidente parece olvidar que quien realmente pierde es el pueblo. Descarga su enojo sobre cada uno de nosotros con aumentos, la eliminación de subsidios y fondos, mediante el incumplimiento de los pactos y leyes propios de nuestro federalismo, sin ponerlos en debate, sin consensuar con las partes. Olvidándose que la política es el medio para gestionar el consenso, el conflicto.
Y no solo eso, estamos presenciando un claro avasallamiento sobre la división de poderes, nuestro sistema federal y nuestro tejido social. No podemos quedarnos callados ante esto; no podemos permitirlo.
Desde la política, las y los políticos, tanto del poder legislativo como del judicial y cada uno de los gobernadores, deben defender nuestra democracia y nuestra Constitución. No pueden simplemente esperar a ver qué sucede, como algunos han sugerido. La violencia y el odio están aumentando cada vez más, y lo peor es que provienen principalmente de aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir nuestro país y cuidar a su pueblo.
Por lo tanto, no podemos quedarnos inmóviles ante estas injusticias. Cada uno de nosotros, desde nuestro rol en la sociedad, debe luchar por nuestra democracia, rechazar los mensajes de odio y las noticias falsas, informarnos, defender nuestro Estado de derecho y fortalecer nuestra convivencia democrática. Desde los diferentes ámbitos donde se ejerce la política, debemos fortalecer nuestras instituciones, demostrar resiliencia democrática y propiciar el diálogo constructivo y la escucha asertiva.
Si cada uno de nosotros se compromete con estas acciones, podemos ayudar significativamente a fortalecer y mejorar nuestra democracia. No permitamos que nuestro tejido social se desmorone por completo; no dejemos que la anomia social se imponga.
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