Nos debemos respeto mutuo. El que no respeta al prójimo, no es digno ni de Dios ni de las personas. Los que denuestan a las personas y se burlan de ellas, no merecen ninguna confianza para esperar algo bueno y noble de ellos. Al contrario, es una brutal demostración de desprecio. No se debe aceptar esa violencia, porque sería no respetarnos a nosotros mismos, dejando indefensos a los que son de nuestra responsabilidad.
“Racionalidad, humildad y compasión, no soberbia y odio”
Si la soberbia y la maldad es lo normal, nos destruimos como seres humanos y sociedad. Con gran daño a nuestras familias. Creer que esa soberbia y la violencia traen esperanza, es otra mentira. Lo malo, nunca trae nada bueno.
Necesitamos compasión; que no es bonhomía, sino respeto y valentía. Respeto porque hay que ser mejores que los adversarios, para disuadirlos del odio que anida en su corazón y los esclaviza; y porque se necesita más valentía para el Bien que para el mal.
Lo que desgaja por dentro a las personas es el sufrimiento, la ira y el temor, que no dejan reconocernos como hermanos. El odio es lo que impide el perdón y el encuentro necesarios para vivir sin miedos y darle a la vida el valor justo. También para luchar solidariamente. Sólo venciendo el miedo seremos realmente libres. Cobardes, son los que se esconden detrás de la soberbia, que es su debilidad.
Históricamente en nombre de Dios y la libertad se cometen muchos crímenes. Hoy, invocando mentirosamente a “las Fuerzas del Cielo”, se criminaliza la protesta, se quitan medicamentos y atención a los enfermos, alimento a los comedores comunitarios, se desampara a los trabajadores y a sus familias con despidos arbitrarios; se abandonan a los jubilados y arroja a los humildes a la indigencia; y todo lo que han hecho por el País las personas de buena voluntad y espíritus justos, es saqueado, destruido y vendido al extranjero Se entrega la soberanía y las decisiones políticas, dejando al territorio expuesto y sin defensa.
Este gobierno es el resultado de una profunda crisis moral y de valores en nuestra sociedad; y de la legalidad de nuestro sistema democrático, que no funciona. Necesitamos repensarlo totalmente para que la legalidad impida la injusticia, castigue al delito y garantice una vida de calidad. Las descarnadas y burlescas expresiones de un autodenominado anarcopitalista, que se jacta de impulsar libertades individuales absolutas, basadas en el deseo desordenado, la frivolidad y el economicismo, pretenden cautivar en un delirante mesianismo a las conciencias, para aprisionar las voluntades. Reconoce -sin importarle el prójimo- que es plenamente consciente del daño y las muertes que produce. Es la crueldad desembozada.
“No es el poderoso el que necesita el amparo legal. Él tiene su propia ley, que es su propia fuerza”.
Raúl Scalabrini Ortiz
Un gobierno que busca el apoyo de Europa y Estados Unidos, que siempre nos perjudicaron junto a codiciosos locales, no es bueno para el Pueblo; el narcótico de la ideología es tan poderoso, que su imposición histórica a gran parte de la población haciéndole creer que las clases dominantes ricas y los países extranjeros quieren el bien de nuestra Patria, es alarmante. Ni hablar de presencia militar extranjera. No hay mayor traición a nuestro País que esa creencia y colaboracionismo. Ningún país extranjero defenderá nuestra libertad más que nosotros mismos …y solos.
La ineptitud y el ocultamiento de negociados, la acusación a administraciones anteriores, a supuestos infiltrados políticos, a ideologías anacrónicas que ya no tienen hegemonía en el mundo, o a trasnochadas suspicacias buscando chivos expiatorios… quieren justificar la insensibilidad de un gobierno que no tiene más gestión que la de llenar el bolsillo de los ricos, y donde la institucionalidad y el respeto a las leyes no importan. No muestran realmente quién gobierna, y tampoco lo hace un Congreso timorato que negocia con la codicia de los poderosos, desprotege a la gente y permite el desguace del Estado, incumpliendo sus deberes.
El bagaje simbólico de locura establecida, transgrede la moral, los valores y costumbres de nuestra organización social, como de las normas que sostienen al sistema democrático; legaliza la violencia y el control de las personas, de las instituciones del Estado y también las de la Sociedad -a no engañarse- con la suma del Poder Público. Congresistas, Jueces y Gobernadores, al consentirlo, pierden toda legitimidad, afectando la gobernabilidad.
“Obras son amores y no sólo buenas razones”.
Miguel de Unamuno
Gobernar con un Decreto de Necesidad y Urgencia que no respeta a las leyes ni a la Constitución, no es sólo antidemocrático, es un delito. Igualmente hay que exigir el cumplimiento de las demandas populares, de lo contrario, al profundizarse la crisis, la población juzgará severamente -y altamente probable con una nueva legalidad en el mejor de los casos- a estos gobernantes y a los grupos de poder responsables del saqueo de la riqueza nacional, de los prestamos usurarios, de las políticas públicas anuladas, de la discrecionalidad de las normas jurídicas y del uso de las fuerzas de defensa y seguridad, como así mismo de la entrega del patrimonio nacional y sus recursos naturales, de los compromisos económicos y militares contraídos con el extranjero. La realidad -como siempre-, es más contundente que las palabras.