Martes, 05 Noviembre 2024

Un extraño amor llamado amistad

Publicado el Sábado, 20 Julio 2024 12:05 Escrito por

Los sentimientos más poderosos son invisibles. Cuanto más invisibles, más poderosos. En realidad, ambos son hechos de voluntad. El amor y el odio. Ambos pueden residir en el corazón. Uno es el dueño, el otro, un usurpador. Si habita el odio, no tarda en salir afuera y hacer daño. No se soporta a sí mismo. Si habita el amor, tiene las puertas siempre abiertas.

La mayoría de las veces se confunde amor con pasión. Sin embargo, la pasión no es amor. Y no es que la pasión sea algo malo. Es el impulso que te lleva, que te arrastra, que te colma y aprisiona, para vivir de una manera plena. Es la Revolución. Pero es preferible que sea el amor quien contenga a la pasión, y no que el odio sea su carruaje.

“La amistad es un valor; que no se puede perder.

Y te digo con amor, Amistad hay que tener”

Anónimo

Y hablando de amores, la amistad es un extraño amor. El verdadero y esperado amor incondicional; y es más que el amor fraterno, porque vuelve nuevamente hermanos a las personas, a su real sentido y origen primigenio. Surge espontáneamente, sin permiso; así porque sí. Si vivimos bajo la mirada del amor, somos libres. Y absolutamente libres con un amigo, que solo él nos deja ser como somos. Aprendemos del propio cuidado y la autoestima; lo que valemos. Con un amigo no necesitamos palabras ni gestos, porque en la amistad no importa el tiempo, ni el espacio, tampoco las palabras y el silencio. El amigo sabe que vamos a estar allí. Si es necesario, nos irá a buscar o lo iremos a buscar en la batalla, abandonado y sediento bajo la soledad abrasadora de cualquier desierto, u olvidado en la prisión.

No hay nadie que nos recuerde, que nos despierte al valor de lo que realmente importa como un amigo. Rescata el valor de la vida en los demás, poniéndose en su lugar con infinita y discreta compasión; y si sufrimos, acompañará para que el dolor duela menos. Es el amor que resiste todo, y a todo. Espera lo que no se espera. Obstinado y pertinaz. Es su compasión, la que nos impulsa a dar todo de nosotros mismos y a tratar a otros, antes extraños, también como amigos. Por eso es verdad, aquello de que “nadie ama más que el que da la vida por sus amigos”.

Un amigo no culpa ni condena, aunque dice los errores. No juzga ni justifica, ni nos hace cómplices, ya que jamás nos pedirá la apostasía de lo que creemos y vivimos. No hace lugar para amar permitiendo los enredos del interés y la sinrazón. Pasar el tiempo en su amistad, rejuvenece al corazón y nos llena de júbilo; y así creemos y hacemos lo imposible.

“Una gota no hace una lluvia, pero dos, un diluvio”

He aprendido que hay distintas y por lo mismo, hermosas personas. Los que cantan, que nos regalan el sonido de su alma; los que sueñan, que nos conducen a horizontes impensados; los que tienen un ideal, un gran amor y una pasión, que siembran el fuego del entusiasmo y la alegría de vivir; y los que son amigos, aún silenciosos y en las antípodas del mundo buscando vaya a saber qué quimeras, que estarán siempre con nosotros. Aparecerán de vez en cuando, o nos visitará su recuerdo, su anécdota, su risa o su espíritu de calidez y contención, como un colibrí fugaz, etéreo, volátil, pero tan real y bello que nos iluminará la vida, y cualquier obscuridad.

“Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te haya olvidado la letra”

Julio Ramón Ribeyro - Escritor Peruano

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