En el marco del Día Mundial de la Dislexia que se conmemora mañana, la doctora en Psicología remarcó, en diálogo con Télam, que "el mayor sufrimiento es hasta que se tiene un diagnóstico, no saber qué pasa hace que la gente tienda a confundir que quien no aprende a leer y escribir es porque no es inteligente".
"La inteligencia no tiene nada que ver con la lectura y la escritura. Hay una estigmatización previa al diagnóstico", subrayó.
Los chicos y chicas -continuó- "tienen que saber que algo les pasa y también que hay muchísimas personas con dislexia que son cognitivamente destacadas".
"Es importante que los chicos puedan recortar el pedacito de dificultad que tienen, que eso no se convierta en su identidad", dijo y añadió que hay que ayudarlos "a entender que lo que les pasa es un pedacito de sus vidas y de sus capacidades, y que ellos son muchísimo más que esa condición".
La investigadora del Conicet indicó que "hoy en el mundo se trabaja con el modelo de la respuesta a la intervención: antes de diagnosticar a un chico hay que asegurar las oportunidades educativas apropiadas".
"Por ejemplo, se va monitoreando el aprendizaje de un chico que entró en primer grado y los que se empiezan a quedar atrás reciben un apoyo en pequeños grupos más individualizados", explicó y abundó que "si los chicos o chicas no responden a ese tipo de intervención podemos pensar en una dislexia".
Aclaró "que a una persona a la que le cuesta aprender a leer y escribir necesita más que cualquier otra, una enseñanza sistemática, organizada, un trabajo fuerte con el análisis fonológico, y en la Argentina las escuelas no tienden a hacer esto, con lo cual chicos a los que tal vez les cuesta un poquito más, terminan teniendo un cuadro que parece dislexia porque no tuvieron la enseñanza apropiada".
Diuk hizo hincapié en que el diagnóstico "es muy saludable" porque "la familia sabe lo que está pasando, sabe qué tipo de atención y qué apoyo hay que darle" y de esta manera "no se culpa al chico" de no poner voluntad en el aprendizaje.
La dislexia es la dificultad en la adquisición de la lectura de forma fluida y automatizada y es una de las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) más frecuentes. Se trata de alteraciones neurobiológicas que afectan la lectura, la escritura o el cálculo matemático.
En Argentina, la ley 27.306 sancionada en 2016 tiene como objetivo prioritario garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas, adolescentes y adultos que la presentan.
"Hoy sabemos que la dislexia es una condición de base genética que transmiten las familias, esto es un dato fundamental", precisó.
Por otra parte, Diuk dijo que "es muy difícil discriminar con métodos más o menos rápidos o masivos cuando lo que hay es una dislexia y cuando lo que hay es, sencillamente, un aprendizaje que no se está produciendo por la falta de enseñanza adecuada", advirtió la autora del libro "Enseñar a leer y escribir".
Pero, aclaró: "Esto no quita que la dislexia existe y es una condición muy penosa para quienes la padecen, pero hay gente que tiene falta de oportunidades educativas".
"También a veces el diagnóstico dentro del sistema educativo genera la sensación de que no hay nada que se puede hacer desde la escuela y esto no es cierto. Hay que trabajar muy bien con el análisis de los sonidos que son el corazón de la dificultad de quienes tienen dislexia, una muy buena enseñanza de las correspondencias y ser muy sistemático en mostrar cómo se escribe y se lee. Esto no se hace mucho en nuestras escuelas", remarcó.
Según observó Diuk, en el país "predominan otros enfoques que tienden más a dejar a los chicos que construyan solos", pero a los que tuvieron menos oportunidades, como a los que más le cuesta el aprendizaje, "no pueden, y la escuela los está dejando solos".
Para garantizar el derecho a la educación de las personas con DEA, las escuelas deben dar prioridad a la oralidad; dar más tiempo para realizar las tareas y evaluaciones; evitar exposiciones innecesarias de la persona con DEA frente a sus compañeros; facilitar el uso de computadoras, calculadoras y tablets.
También evitar copiados o dictados extensos; ajustar los procesos de evaluación a cada persona; tratar a la persona en forma integral e interdisciplinaria; y establecer procedimientos de detección temprana y diagnóstico.
"Lo que todavía nos falta, es conciencia respecto de las adecuaciones a los que tiene derecho una persona con dislexia. Por ejemplo, un chico o una chica con dislexia tiene que poder dar el examen de Ciencias Naturales oralmente, porque escribir le va a costar muchísimo más que a otros", consideró.
La especialista recordó que "hay historias de disléxicos que terminaron siendo personas muy reconocidas que recuerdan con un enorme dolor su infancia, porque se cargaba sobre ellos lo que en realidad era una dificultad".
Además, resaltó como uno de los mitos sobre la dislexia que "no se puede diagnosticar tempranamente" y por esta razón "recién en 3er. grado" diagnostican "a los chicos, con los cual son dos años o tres de sufrimiento innecesario".
"Hay una idea muy generalizada en nuestros sistemas que hay que darles tiempo", señaló la licenciada sobre uno de los prejuicios sobre esa dificultad y concluyó: "Primero hay que darle enseñanza sistemática y personalizada y, si no se avanza, entonces sí hay que realizar una consulta".