Todos son responsables de la crisis de credibilidad de la política. Nadie les cree totalmente a ciencia cierta. ¿Por qué razón? Porque el Sistema mismo de Representación Política esté en crisis, porque genera burocracia política porque no permite el debate ni la democracia interna, digitando candidatos ilegítimos y testimoniales, porque no hay periodicidad de funciones y además… por ausencia de transparencia en los actos de gobierno, muchos de los cuales la misma oposición también es cómplice por acción u omisión.
Encerrados hasta la asfixia en el Sistema de Representación Política, en la urdimbre legalista y arbitraria del Sistema de Partidos, no han sido capaces de crear las condiciones de participación y control popular necesarias para generar opciones políticas diferentes.
Buscar la salida en el Sistema de Partidos Políticos, es quedar encerrados en las reglas de juego de los que imponen las condiciones de participación, los tiempos, las argucias legales, la propaganda y el dinero que compra necesidades, cargos y almas, para terminar todos ardiendo en el infierno.
El mejor ejemplo de lo obsoleto y caduco del Sistema de Representación lo tenemos en las decisiones que toman por su cuenta nuestros gobernantes provinciales y nacionales, sin consultar al pueblo que representan; se amparan en los mandatos populares, pero deciden en función de intereses económicos, cargos, privilegios y poder. Se usan eufemismos y doble vara para ocultar la traición al mandato popular.
El gobierno provincial se ha manifestado públicamente en contra del acuerdo con el FMI, y sin embargo en diputados, recientemente sus representantes se abstuvieron. Otro ejemplo es la actitud de la CTA que se abstiene en la votación, ni siquiera vota en contra, justificándose ridículamente por ser una central obrera. La misma situación se observa en sectores del oficialismo y la oposición, que coinciden en votar juntos el acuerdo con el FMI, negando el tremendo perjuicio que significa negociar con este organismo multilateral cargando sobre las espaldas del pueblo argentino una deuda ilegítima, privilegiando el economicismo y ciegos, a los reclamos populares. Indudablemente que viendo, no ven; y escuchando, no escuchan.
El pueblo de San Luis necesita concretar el sueño de una Justicia Social posible, transparente, de valores de dignidad humana, de solidaridad comunitaria. Hay que empoderarse del derecho a organizarse comunitariamente, colegiadamente, sin entrar en el juego de los políticos para construir la verdadera política, ni entrar en el juego de la burocracia sindical para construir el verdadero sindicalismo, y donde cada barrio, comunidad y lugar de trabajo impulsen demandas, proyectos contextuales y candidatos propios con democracia directa, por asamblea y debate.