Ahí se terminó la posibilidad de abrir el juego y recuperar la categoría movimientista del peronismo, catalogado como el hecho maldito del país burgués y que se ha convertido en una expresión más del antikirchnerismo puntano que huele siempre a hipocresía.
Este método de resolución de los problemas del pejotismo será una carga pesada para las candidatas y candidatos del futuro electoral del PJ. Esta lista, armada sin diálogos previos y con una imposición de lugares dentro de la estructura, trae muchos problemas. Mencionaré uno: el movimiento obrero está ajeno a esta construcción pejotista. La CGT inicia un éxodo lento pero constante, alejándose del radar de este armado, impulsado por las principales figuras de un grupo reducido que ha perdido tres elecciones y que no es parte del esfuerzo militante contra Macri, Milei y Poggi. En los barrios y en las tareas reivindicativas populares hay otros actores muy importantes que no forman parte de ese pejotismo acostumbrado al látigo y la billetera. En los barrios y gremios, hay compañeros y compañeras que aspiran a otra categoría movimientista, al margen de la construcción provincial basada en el "carguito" y la posibilidad de pertenecer a un plan o contrato. Ese enfoque ha sido dañino y ha perjudicado nuestra relación con las barriadas y las estructuras sindicales.
El movimiento peronista es inmenso y no cabe en una oficina burocrática. Hay vida después de la rosca del PJ. (A mí me ofrecieron una congresalía y la rechacé; no era fruto del debate de proyectos políticos, sino de la decisión de un grupito).
La ausencia del movimiento obrero y de los movimientos populares en el armado del PJ se notará en el futuro cercano. Ya hay especuladores pensando en que Alberto Rodríguez Saá tiene chances de ganar la gobernación en 2027, pero no se dan cuenta de que los mariscales de la derrota cultural, política y social del peronismo puntano están en el armado que se hizo el sábado pasado, donde te informaban el lugar que te otorgaban sin haber dialogado ni respetado tu opinión.
Se terminó el tiempo del acatamiento absoluto. No somos marionetas ni compañeros sin historias de militancia. Qué pena que, otra vez, este PJ nos ninguneó, que Alberto Rodríguez Saá no asumió la responsabilidad y delegó en un grupo que no goza de respeto ni prestigio para decidir los lugares y organizar la tarea que viene.
Poggi es Milei, Hissa es horrendo, pero el grupete de iluminados de los barrios cerrados y dueños de autos costosos en la provincia no son la solución. ¿Frontera merece este trato? Aunque creo que se apresuró en mostrar su jugada, es un actor estratégico para el futuro puntano. Creo que el Pipi es imprescindible, que el Toti no tenía otro camino, y que Damián Gómez tampoco, porque los mariscales de la derrota hicieron todo lo posible para evitar una política de reconstrucción.
Quizás debamos observar la diáspora del PJ, la defección de algunos amigos de los y las mariscales de la derrota, que ahora son poggistas y que quizás también emigren al aparato de Milei, donde Bartolo toca la flauta.
Hace falta una cachetada a las malas políticas. Siempre hay tiempo para hacer tareas de calidad y ética, con épica, mística y compromiso. Quizás la diáspora genere otro momento histórico para dejar al conchetaje con las manos vacías. Las políticas de Alberto Rodríguez Saá son una cosa; sus músicos, músicas y aduladores, otra. A esos ya les huele a calas.
Ya no les prestamos la bicicleta.