No podemos aceptar que la burla, la denostación, el insulto, la indiferencia a los reclamos y el maltrato, sean lo normal del gobierno y tengamos que aceptarlo. Eso es soberbia. No es bueno. Necesitamos respeto y consideración, el ejemplo de lo bueno, de los mejores valores, de la verdad y la justicia. Porque existen, aunque no los veamos con frecuencia.
Estamos viendo el brillo de estrellas que murieron millones de años atrás... Con las ideas de los libertarios pasa lo mismo: atrasan y son parte de un modelo económico feroz que ha construido un entramado jurídico, educativo, político, religioso y mediático. Desde los esclavistas hasta los saqueadores del medio ambiente y los apropiadores de la riqueza generada por los trabajadores y trabajadoras, todos forman parte de ese linaje y esa historia que inevitablemente se extingue. Este espejismo de la ultraderecha y el anarco-capitalismo se desvanecerá en poco tiempo.
En un País como el nuestro, si hay crisis socioeconómica y de gobernabilidad –como ahora- la situación requiere más credibilidad social que política. La desigualdad subsiste, es enorme, y la concentración de riqueza de las minorías sigue aumentando escandalosamente. Hay una impúdica, inmoral y frívola ostentación mientras hay gente que no tiene qué comer, que no tiene techo, ni trabajo, ni remedios.
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