Desde la madrugada, largas filas de personas se forman frente a la iglesia de San Cayetano, donde los fieles esperan pacientemente para ingresar al templo, encender velas, dejar ofrendas y rezar por la intercesión del santo. La tradicional procesión, que recorre las calles aledañas al santuario, es un acto central de la jornada, acompañado por misas y bendiciones especiales a lo largo del día.

Este año, las celebraciones se realizan en un contexto particularmente difícil para Argentina, marcado por la inflación, el desempleo y la creciente pobreza. Muchos de los asistentes a las festividades expresan su preocupación por la situación económica, pero también su esperanza en que la fe pueda brindarles fuerza para superar los desafíos.

"Vengo a agradecer por el trabajo que tengo y a pedir por aquellos que están buscando. En estos tiempos, la fe es lo que nos sostiene", comentó María, una devota que asiste a la celebración desde hace más de una década.

El arzobispo de Buenos Aires, durante la misa principal, hizo un llamado a la solidaridad y al compromiso con los más necesitados, subrayando la importancia de no perder la esperanza y de trabajar juntos por una sociedad más justa. "San Cayetano nos enseña que el trabajo digno es un derecho fundamental y que todos debemos unirnos para construir un país donde nadie quede excluido", afirmó en su homilía.

La devoción a San Cayetano en Argentina tiene sus raíces en la inmigración italiana de finales del siglo XIX y principios del XX. Desde entonces, la figura del santo ha ganado un lugar especial en el corazón de los argentinos, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la subsistencia y el bienestar familiar.

Además de las celebraciones en Liniers, se realizan actos en distintas parroquias y capillas del país, donde se repiten las mismas escenas de devoción y fe. En muchas localidades, los fieles organizan colectas de alimentos y donaciones para los más necesitados, un gesto que refleja el espíritu solidario que caracteriza a esta festividad.

El Día de San Cayetano en Argentina no solo es una jornada de oración y esperanza, sino también un recordatorio del poder de la fe en tiempos de adversidad. En un país donde las crisis económicas han sido recurrentes, la figura de San Cayetano continúa siendo un faro de esperanza para millones de argentinos que, cada año, renuevan su promesa de seguir adelante con la confianza puesta en la protección del santo patrono del pan y el trabajo.