Jueves, 28 Noviembre 2024
Claudia Lobato

Claudia Lobato

Politóloga - Licenciada en Ciencias Políticas

UNTREF - ULP

Antes que nada, el porqué del título de mi nota de hoy y es que voy a escribir de todo un poco, mezclar todo y se me vino a la cabeza algo que había leído en la casa de mi abuela cuando era chica, unos recortes de diarios con recetas de cocina que se titulaban así, y me pareció que le venía bien a mi menjunje de hoy.

Porque como vemos, con esto del mundial y de sentirnos más “globalizados” que nunca, donde sea que pertenezcamos, a un país u a otro, las emociones y pasiones que despertó el mundial de futbol, hizo que se hablara de todo mezclado, política, futbol, derechos humanos, economía. Prácticamente en todos lados fue igual con muchas similitudes, sin dejar de lado las diferencias y que precisamente las diferencias han sido las que han sobresalido en estos días, en casi todos los medios de comunicación, redes sociales, etc.

Diferencias que no son menores y que han puesto sobre la mesa una serie cuestiones tan importantes como el respeto a los derechos humanos, la violencia de género, la exclusión de las mujeres, la falta de democracia en el país sede de la Copa del Mundo, que claramente, esto incluye restricciones a la libertad de expresión, sanciones sobre la diversidad, tutelaje masculino hacia las mujeres, etc, donde también como fuimos viendo con el correr de los días, acusaciones de corrupción de “coimas” de este país a distintos integrantes de la Comunidad Europea, con la finalidad que estos últimos se encargaran de “limpiar la imagen de los primeros” en estas cuestiones mencionadas y otras.

Se podría decir que había un abanico de anomalidades que dejan en evidencia una clara y valga la expresión opacidad en cuanto a la elección del país sede, organización, FIFA, donde seguramente los intereses económicos o de algunos grupos privilegiados primaron sobre el bien común.

Lo que si podríamos decir, que este mundial permitió como positivo o con una cuota de optimismo, que se pusieran sobre la mesa, que se instalara y se abriera debate sobre estos temas, que como lo explicaba la representante de Transparencia Internacional, Sylvia Schenk, en un medio alemán, “la visibilidad inherente a una Copa del Mundo puede obligar a Catar a mejorar condiciones de vida de sus habitantes, así como aumentar el respeto a los derechos humanos” y en lo personal me adhiero a esta mirada optimista porque creo que esta visibilización puede llegar a ser un punto de partida para el cambio.

Y ahora viniéndonos un poco más cerca, pero sin dejar de mirar al mundo y hablando de lo que más me gusta, de política, que complicada que esta la política, pero hablo de esa política reponsive, con capacidad de respuesta, sensible a las demandas, como le está costando o que poco esfuerzo está habiendo para darle respuesta a la gente, para establecer consensos, diálogo, para ejercer la actividad política propiamente dicha.

Cuanto espacio vacío está dejando la política y cuanto lugar le está cediendo a grupos poco interesados en la política, a grupos extremos, principalmente a la extrema derecha, esa que hablamos todo el tiempo de combatir, pero que cada vez más le hacemos más lugar para que entre, a esos grupos que no les interesa la política en lo más mínimo. Lo vemos todo el tiempo en las noticias, lo vimos en estos días en Alemania, cuando detuvieron a un grupo de personas sospechadas de planificar un golpe de Estado, lo vemos, lo leemos todo el tiempo en distintas partes el avance de los autoritarismos, la perdida de la legitimidad y confianza en la democracia y sus instituciones, lo vimos estos días en Perú, un país que a lo largo de estos años no puede sostenerse en sus instituciones democráticas. Cuando un presidente elegido democráticamente, reniega de sus instituciones democráticas y pergeña un autogolpe de Estado.

Cabe aclarar que no sucede solo en Perú, sino que en muchos países de la región y del mundo podemos observar en distintas partes, líderes políticos que cuando no pueden hacer lo que quieren, no les importa dejar de la lado los mecanismos de la política democrática y acudir a otros menos democráticos, o de cuestionables intenciones democráticas con tal de perpetuarse en el poder, de hacer según sus designios, no importando el bien común, el diálogo y el consenso, arrasando por sobre la política e instituciones democráticas, dejando de entender la democracia como dice un reconocido jurista argentino, Roberto Gargarella, “como una conversación entre iguales”, donde pueblo y gobernantes puedan encontrar la respuesta a demandas y necesidades de manera conjunta.

Volviendo al futbol y ahora que la fiesta terminó, y que tenemos la alegría de ser Campeones del Mundo, ojalá la política o mejor dichos los y las políticas, entiendan que la democracia es con todos, todas y todes, que aprendan a jugar en equipo. Que, así como fue creciendo en equipo nuestra selección, las y los políticos, empiezan a jugar la política en equipo, que se despersonalice un poco la política y que se abra el juego en equipo, tómala vos, te la paso a vos, dámela a mí y así vamos, ojalá volvamos a aprender abrir la puerta para salir a jugar todos, todas y todes por un mundo mejor, más inclusivo, más diverso, más democrático.

Otra cosa antes de terminar, ayer vimos una Argentina unida, miles de personas juntas sin importar nada más que festejar, y te lo digo a vos que más de una vez decís ¡qué país de mierda!, me quiero ir, en otro país es mejor que acá, ayer estábamos todos juntos no te olvides de eso, defendé a tu país que tantas alegrías te da, vos también podes hacer algo por él, todos podemos hacer algo por él desde el lugar que nos toque jugar, no hace falta ser un jugador de futbol, un héroe ni nada de eso, con solo defender a tu país, cuidar su democracia, respetar al otro, ya estás haciendo mucho, pensalo antes de decir me quiero ir de este país de mierda.  

La asunción de Gabriel Boric, como presidente de Chile, elegido democráticamente, representante de una Izquierda progresista, opuesta a los postulados neoliberales, que por mucho tiempo llevan instalados en el país, desde la dictadura de Pinochet y reforzadas con el gobierno saliente, Sebastián Piñeira, acrecentando las desigualdades ya no solo coyunturales sino estructurales, ha venido a traer un aire fresco, de calma.

Este nuevo presidente representa la esperanza de un cambio, un cambio que se pidió en el estallido social del 2019, que derivó en un proyecto de reforma constitucional, recordemos que la constitución chilena es herencia de la dictadura de Pinochet, en la cual muchas de estas profundas desigualdades sociales y económicas son amparadas en cierta forma por esta constitución.

Boric tiene un gran desafío frente a esta “época de cambios” que demanda su pueblo. Hasta el momento ha dado indicios de ello, con la formación de su ministerio, plural y diverso. Ahora veremos cómo se acomoda ante un parlamento bastante heterogéneo, con una derecha muy conservadora, cómo demuestra su capacidad de liderazgo y construcción de consensos y apoyos para poder llevar adelante su agenda de gobierno.

Algo para tener en cuenta, es que, si bien él no tiene injerencia en la Convención Constituyente, se le ha pedido neutralidad, el texto una vez terminado, se va a someter a un plebiscito por el sí o por el no y esto impactará directamente en su gobierno, es muy importante tanto para él como para su gobierno que este texto se reforme, le será de una gran ayuda a sus cambios políticos.

Como reto externo, es el conflicto armado Rusia-Ucrania, que tendrá sus efectos y consecuencias, la principal es que esto podría impactar fuertemente en un elevado precio del petróleo en un país que no produce crudo, en un mundo globalizado es imposible evadirlas, por lo tanto, para Gabriel Boric los desafíos internos como externos son muchos y habrá que ver cómo responde a ellos, por un lado, las demandas de su pueblo y por el otro cómo se para frente al mundo.

Boric necesita mostrar otras formas de hacer política y de entender el rol del Estado, la sociedad, las relaciones de género y las desigualdades.

Hasta el momento genera muchas expectativas esa idea de “colectivo de gobierno”, que entiende la necesidad de inclusión de nuevas identidades y colectivos ciudadanos en la toma de decisiones y la demanda de mayor horizontalidad en las relaciones de poder, que hace años y sobre todo desde octubre del 2019 que Chile lo viene reclamando.

Su forma de ser y entender la política, de hacer política, de lo que Chile viene acostumbrado a ver, parece ser distinta. Hay que ver cómo es ahora en el gobierno, con el poder real, si va a poder construir un liderazgo de izquierda más moderno, más moderado, de acercamiento de los extremos y que derive en más polarización.

Las miradas no solo del pueblo chileno sino también de la izquierda latinoamericana, estarán atentos a lo que suceda en Chile estos próximos cuatro años.

Cuando más arriba hacía referencia a desafíos internos, uno de ellos es recordar cómo llega Boric al gobierno, y es por el apoyo de una coalición de partidos heterogéneos, donde es casi seguro que no faltaran los momentos de tensiones y conflictos internos.

Otra cosa que hizo este nuevo presidente fue moderar el discurso en la segunda vuelta para distinguirse de su oponente de ultraderecha Kast, mejoró también su relación con la ex concertación y algo que lo ayudó bastante fue que dejó claro de manera explícita que, “los cambios serian graduales” de esta forma, calmó al sector empresarial.

Siguiendo con los desafíos internos, el mal llamado “conflicto mapuche”, como él hizo referencia en su primer discurso presidencial, un conflicto centenario, con los pueblos originarios del sur, donde estos últimos años la violencia ha ascendido, producto de la tensa y violenta relación del pueblo con el Estado. Donde tiene como prioridad cambiar las formas de actuar y relacionarse el Estado con ellos, tratando de no causar más división sino de buscar el dialogo y el consenso y sobre todo el reconocimiento de sus derechos y sus tierras.

La crisis migratoria norte, es decir, el aumento masivo de migrantes a Chile, lo que le representa, por un lado, la agenda de seguridad y por el otro, los derechos humanos de los migrantes, deberá encontrar el justo equilibrio en este tema.

Sin olvidar que Boric recibe un país con serios problemas económicos, agudizados con la pandemia mundial, un presupuesto fiscal ajustado donde tendrá poco margen para satisfacer las demandas sociales, donde el gran desafío es saber administrar las arcas fiscales con eficacia. Generar confianza con el empresariado para recuperar la inversión y reactivar la economía.

Por último, la ya mencionada pandemia que no solo provocó más problemas económicos, sociales, sino que aún no ha terminado en Chile, han aumentado los casos y las muertes, por lo tanto, otro reto es manejar la crisis sanitaria de la mejor manera, el regreso a la prespecialidad en las escuelas, sostener la política de vacunación que lideró con éxito el presidente saliente.

En fin, los que seguimos su discurso de asunción hemos podido escuchar que estas son sus prioridades por el momento, que reconoce estos retos, lo que genera un buen augurio de que está escuchando a su pueblo, haciendo una lectura de la realidad. Ahora nos queda desearle el mayor de los éxitos no solo para él sino también a su pueblo.

 

 

Para pensar, reflexionar y debatir, les comparto algunos datos, no es necesario decir más nada los datos hablan por sí solos.

Las investigadoras Valerie Hudson, Bonnie Baliff-Spanvill, Mary Caprioli y Chad Emmet, en su libro 'Sex & World Peace' (2012)  elaboraron una comparativa del número de muertes de las mujeres asiáticas en el siglo XX frente a los fallecimientos en general durante las guerras y conflictos armados en el mismo siglo. Veamos las cifras:

Las personas muertas entre la Primera Guerra Mundial y la Guerra entre Irak e Irán (1980-1988) fue de 140 millones de personas. Las mujeres asiáticas asesinadas en el mismo periodo son de casi 161 millones. Estamos hablando de que murieron más mujeres a causa de feminicidios, homicidios dolosos, abortos selectivos por sexo (se acomete cuando se sabe que será niña), desapariciones, mortalidad por falta de cuidados neonatales, muertes casuales en la cocina (una práctica común en países de la región), entre otras. En resumen, fallecen porque son mujeres y sus vidas valen menos que las de los hombres.

Murieron más mujeres, sólo en Asia, que personas en la I y II guerras mundiales, el Gran salto adelante de Mao, la Guerra de Vietnam, la Revolución Mexicana, el Tíbet, Colombia, Angola, el conflicto árabe-israelí, Sierra Leona… y varias decenas más de conflictos entre guerras internacionales y civiles.

Este estudio no incluye a las mujeres de otras regiones del mundo, entre ellas América Latina, donde se encuentran 16 de los 25 peores países del globo para ser mujer por el nivel de violencia de género.

Mujeres y niñas viven las guerras con una doble amenaza: por vivir en una zona de conflicto armado y por el mero hecho de serlo. La violencia cotidiana y las amenazas normalizadas se acentúan durante estos eventos.

Por ello, es central su participación en los procesos de negociación y de mantenimiento de la paz. Su perspectiva es diferente a la de los hombres, y tienen una mirada y experiencia que, sin duda, tiene mucho que aportar.

De acuerdo con el Indice de Paz Mundial 2020, la brecha entre los países más y menos pacíficos sigue creciendo. Los menos son Afganistán, Siria, Irak, Sudán del sur, Yemen, Somalia, Libia, República del Congo, República Centroafricana y Rusia; los más, Islandia, Nueva Zelanda, Portugal, Austria, Dinamarca, Canadá, Singapur, República Checa, Japón y Suiza. Entre unos y otros hay muchas diferencias y conflictos locales que no se visualizan e impiden que se hable de paz.

“Es hora de construir un mundo pacífico con una mirada inclusiva, y que deje de considerar la guerra simplemente como una situación de conflicto armado. Las mujeres viven una amenaza latente y cotidiana”.

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