Sábado, 23 Noviembre 2024

Desmitificando la Guerra: Perspectivas de Graciana Peñafort sobre el proceso Cívico-Militar en Argentina

Publicado el Viernes, 29 Marzo 2024 11:33 Escrito por Calle Angosta / Graciana Peñafort

Graciana Peñafort, abogada polémica y peronista, explica con claridad por qué no es adecuado hablar de "guerra" al referirse al proceso cívico-militar en Argentina. Señala la dificultad de determinar el número exacto de desaparecidos durante la dictadura debido a la clandestinidad en que ocurrieron las desapariciones, aunque menciona que los militares reconocieron en 1978 la existencia de 22 mil muertos y desaparecidos entre 1975 y 1978. Destaca la ausencia de tumbas y la destrucción de documentos por parte del gobierno militar, lo que dificulta establecer una cifra precisa de víctimas. Adopta la cifra de 30 000 como un número simbólico para recordar el horror vivido en Argentina durante ese período, subrayando que cualquier cifra de víctimas, ya sea 22 mil o 30 mil, no disminuye la gravedad ni el carácter genocida de los crímenes.

Argumenta que el conflicto no fue una guerra, ya que involucró a un Estado con todo su poderío contra grupos de jóvenes militantes, y destaca que se trató de crímenes de lesa humanidad debido a la naturaleza generalizada y sistemática de los ataques contra la población civil. Además, hace hincapié en la continua búsqueda de verdad, memoria y justicia, incluyendo el esclarecimiento sobre los nietos apropiados durante la dictadura.

Graciana Peñafort se presenta como una polémica abogada, peronista y lectora empedernida. Además, es exorcista de enanos de jardín. Los perros se comieron el sillón, pero su mejor venganza fue volver a ser feliz. Fundamenta con claridad y contundencia por qué no es correcto hablar de "guerra" al referirse al proceso cívico-militar.

Llego de la marcha, relata Graciana, y veo finalmente el video de la Casa Rosada y tengo algunas cosas para decir. ¿Son 30,000? No lo sé a ciencia cierta. Como fueron desaparecidos en clandestinidad, no podemos siquiera contar tumbas. Lo cierto en términos históricos es que los militares en 1978 habían reconocido 22 mil muertos y desaparecidos entre 1975 y 1978. Esa información consta en los archivos desclasificados del Departamento de Estado Norteamericano y en Argentina fue publicada por La Nación el 24 de marzo de 2006.

La nota completa https://t.co/hCcyTg9vpe

La ausencia de tumbas, las condiciones de clandestinidad en que se dio todo e incluso la prolija destrucción de los documentos que llevó adelante el gobierno militar mientras se autoamnistiaba, dificultan llegar a un número preciso. Así adoptamos la cifra de 30,000 como número simbólico, para no olvidar el espanto que nos sucedió a los argentinos. Y para los contadores de muertes, debo decir que si fuesen 22 mil no sería menos grave ni menos terrible, ni menos genocidio.

Dicho lo anterior, lo segundo que quiero señalar es que no fue una guerra, porque de un lado estaba el Estado, que había sido tomado por las fuerzas armadas, junto con todo su potencial logístico, armamentístico y de recursos humanos, y del otro lado, agrupaciones de jóvenes militantes. Y aquí vale la pena recordar que es un delito de lesa humanidad.

"Los crímenes de lesa humanidad consisten en un ataque generalizado o sistemático contra la población civil, efectuado con el conocimiento del mismo, pero siempre dentro del marco general de ese ataque y como parte de un plan de un Estado o de una organización."

Veamos entonces que "los elementos que tipifican el crimen de lesa humanidad son la naturaleza generalizada o sistemática de los ataques dirigidos contra la población civil y el conocimiento por parte de quien perpetra el crimen del contexto más amplio en el que inscribe su acción".

La naturaleza generalizada o sistemática de los ataques implica, en un sentido cuantitativo, que un acto ha sido llevado a cabo a gran escala, involucrando a un gran número de víctimas. Sistemático, por su parte, tiene un significado más bien cualitativo, que requiere que el acto se concrete como resultado de una planificación metódica.

Los ataques dirigidos contra la población civil implican, en primer lugar, que el crimen contra la humanidad debe tener una víctima colectiva. El término población no implica que toda la población de un Estado o territorio deba sufrir el ataque. Por el contrario, lo que se procura con esta expresión es excluir actos aislados de crímenes de guerra o delitos comunes. Dijo el tribunal de la ex Yugoslavia que

Si hubiese sido una guerra como propugnan los que sostienen la teoría de los dos demonios, los militantes políticos deberían haber sido detenidos y juzgados bajo las reglas de las Convenciones de Ginebra. Fue la decisión del Estado Nacional de no aplicar estas Convenciones, sino adoptar clandestina e ilegalmente un plan sistemático y organizado de eliminación de sectores de la población civil, la que por sí misma anula la teoría de los dos demonios.

Pero además, y si bien las últimas sentencias en materia de delitos de lesa humanidad han evolucionado en la actualidad, cabe recordar que la doctrina clásica establecía que

El tribunal internacional ha señalado que los actores no estatales también pueden cometer delitos de lesa humanidad, con una condición.

Verán que las organizaciones políticas, por subversivas que fuesen, no estaban ni de casualidad en condiciones de actuar como un Estado y claramente no poseían una capacidad similar en organización y fuerza a la que poseía en ese momento el Estado Nacional.

Dejados claros estos puntos, señalo que no tengo inconveniente en que homenajeen a las víctimas del terrorismo, como llaman a los militares y policías muertos, si ellos se sienten reconfortados. No son delitos de lesa humanidad y, por lo tanto, en el mejor de los casos son delitos comunes y, por lo tanto, prescribieron hace rato.

Señalo eso porque yo también quiero memoria completa y parte de esa memoria completa sería también que nos digan dónde están todos y cada uno de los nietos apropiados. Porque a 40 años de haber recuperado la democracia en el país, los seguimos buscando.

Y la supresión de identidad de esos menores es lo que los abogados denominamos un "delito continuado", es decir que aquí, mientras escribo esto y ustedes lo leen, el delito se sigue cometiendo.

Por último, voy a reiterar lo que venimos diciendo hace años: "VERDAD MEMORIA JUSTICIA". No queremos otra cosa. Y un homenaje a esas "viejas locas" que marcharon en círculos por décadas para empujar a este país y a la historia hacia adelante, sin sangre manchando sus pañuelos.

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