Una comunidad que surgió como freno al malón, deviniendo en tierra de quintas sumado a su conformación la llegada de los ferrocarriles, con la presencia histórica de la guitarra criolla coronando con la promoción industrial es el proceso histórico que nos hizo convertirnos en tierra de brazos abiertos, recibiendo grandes oleadas de comprovincianos que en poco tiempo, ya son uno más de la villa. Todo esto es la Villa. Pero ahora estamos en tiempos electorales y es de lo que queremos escribir.

En las últimas elecciones la sorpresa por los resultados no ha dejado de llamar nuestra atención. La elección general próxima pasada nos dejó el triunfo aplastante de Javier Milei con el 46,36% de los votos (37.889) aventajando a Unión por la Patria que obtuvo el 23,26% (19.013) apenas superando a Juntos x el Cambio con 22.06% (18,038).

Desde esta elección general, las cosas en la ciudad se han visto bastante tranquilas. Es obvio que el desdoblar las elecciones suponen que los espacios legislativos y ejecutivos tanto provinciales como municipales están definidos. Con una situación económica dificíl y con la desmovilización partidaria propia de la época, la campañas políticas se limitaron a lo que podrían replicar los medios locales desde lo nacional. Poca presencia dirigencial, poca discusión política en los cafés, ni que hablar en las sedes partidarias. Todo el espectro político parece haber entrado en una especie de Stand-By pos electoral. O me animaría a arriesgar, post 10 de diciembre.

Entre esa mayoría que eligió la opción libertaria el pasado 22 de Octubre están integrantes de la casta y también aquellos que critican a la casta y también votan a Milei. Casi tan paradójico como aquel que lo vota porque cree que no va a hacer lo que dice que va a hacer. También lo elige aquel que siente aversión por las minorías o por lo estatal. También lo elige aquel que no ve otro culpable de la pobreza al peronismo. También aquellos cansados de los planeros y los vagos. También aquel cansado de que gobiernen los mismos de siempre. Pero también los violentos, los discriminadores, los odiadores, los resentidos. Hay de todo en este espacio novedoso y no por eso, menos espantoso.

Yo por eso, desde este humilde espacio digital digo: Yo voto a Massa. Por considerar que un político de raza, con todo lo bueno y malo que esto implica, es mejor que un partido político que ha sido conformado a la luz de el odio y la ambición. 

La democracia cumple 40 años , hagamos ejercicio diario de consolidarla y perfeccionarla.