Jueves, 28 Noviembre 2024

Derecho penal de autor contra Cristina Kirchner

Publicado el Sábado, 24 Septiembre 2022 11:16 Escrito por Pablo Dipierri

La vicepresidenta Cristina Kirchner ejerció su propia defensa en la última jornada de los alegatos contra su acusación en el juicio por Vialidad que tramita ante el Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 2. Durante más de una hora, la líder del Frente de Todos (FdT) expuso los argumentos que desmontan las mentiras y revelan la inconsistencia de las imputaciones labradas por la fiscalía con afirmaciones categóricas que traducen la jerga judicial al terreno político. Más allá de dirigirse al capo del juzgado, Rodrigo Giménez Uriburu, y al fiscal Diego Luciani, recurrió al artículo 104 del Código Procesal Penal para convertirse en un mensaje a la sociedad, refrendando su apuesta por la absolución de la Historia y deplorando la sede judicial animada por los dos jugadores del equipo Liverpool en el campeonato de fútbol que se disputa en la quinta Los Abrojos, propiedad de Mauricio Macri.

Bajo ese propósito, se remontó al nazismo para aludir al concepto de Derecho Penal de Autor. Según definiciones de la Real Academia Española, suscriptas también por el Diccionario Prehispánico del Español Jurídico y la Cumbre Judicial Iberoamericana, se trata de una “noción del derecho que propugna el abandono del derecho penal del hecho (responsabilidad por un hecho o hechos concretos demostrados) y su sustitución por un derecho penal de autor, mucho más intervencionista y eficaz, basado únicamente en la clasificación de tipos de autor (o sea, de clases de delincuentes) y su adecuado tratamiento o represión, con independencia de si han cometido un delito concreto o no”. Los eruditos detectan la emergencia de esta perspectiva jurídica durante el ascenso de Adolf Hitler en Alemania y conceden que la acusación “no se basa en hechos objetivos, sino en el talante o disposición de ánimo del autor por la finalidad educativa, sin la cual no puede cumplir su cometido”. Dicho de otro modo, no se castiga al presunto malhechor por sus acciones sino por lo que es.

Recientemente, el licenciado en Letras, secretario general de la UNAHur y concejal de Hurlingham por el Frente de Todos, Nicolás Vilela, recuperó la frase de Theodor Adorno respecto de que el antisemitismo es un medio de comunicación para parafrasearlo en clave pampa: “el antikirchnerismo es un medio de comunicación”, escribió en un artículo publicado en Contraeditorial. La frase matchea con la remisión de la Vicepresidenta a la arquitectura ideológica nazi. Los kirchneristas son los judíos de Hitler en la Argentina de Héctor Magnetto.

Lejos de cualquier exageración, esa identidad política fue blanco del asedio reaccionario desde el conflicto por la resolución 125 en 2008 pero se convirtió en sujeto de escarnio mediático, persecución judicial y estigmatización social desde el 10 de diciembre de 2015. La fecha coincide con la que marcó la misma ex Presidenta como inicio del estado de sitio contra ella, tal como se puede leer en el portal de La Patriada.

Y si bien se concentra y pesa sobre ella la indefensión, la vulneración se expande a todo el peronismo para que nadie ose honrar el origen del hecho maldito del país burgués. En tal contexto, llama la atención la marcha inercial del movimiento hacia su propio holocausto. El politólogo Edgardo Mocca advirtió en el programa Todos en Cuero esta semana que percibe un clima similar al que se respiraba previamente al golpe de Estado de 1976 porque, salvando las distancias, se menospreciaba el valor del sistema democrático para el trámite y la resolución de los antagonismos. Ante la pregunta que este medio le hiciera a un juez de la Nación acerca de si la serpiente ya está fuera del huevo o no, el magistrado respondió que hay “poca capacidad estatal”, y agregó: “el monstruo está vivo y coqueando”.

En una charla realizada ayer en la Facultad de Derecho de la UBA sobre “Crímenes de odio y negacionismos. La persistencia del genocidio”, el presidente de la Cámara de Casación Penal, Alejandro Slokar, sostuvo que “no puede haber modos ligeros, superficiales o complacientes contra los discursos de odio o negacionismo”. “Banalizar sus consecuencias afecta a toda la sociedad porque favorecen la repetición de los genocidios”, argumentó en una mesa donde lo acompañaban Dina Porat, profesora de la Universidad de Tel Aviv e Historiadora Principal de Yad Vashem; José Glinski, licenciado en Ciencia Política UBA y Director Nacional de la Policía de Seguridad Aeroportuaria; y Valeria Thus, directora del Programa «Justicia y Memoria» de la casa de estudios anfitriona.

Lo más alarmante es que, entre la ridiculez y la nulidad expuestas por la Vicepresidenta en su narración de las barbaridades cometidas a lo largo del proceso, la racionalidad y la comprensión del estatuto de la verdad caigan bajo el imperio del delirio. Como musulmanes despojados de su condición humana en un campo de concentración twittero, los militantes de la fracción kirchnerista del FdT son el nuevo negro argentino. Ese sedimento racista es habilitación, vista gorda o clamor para que jóvenes como Jonathan Morel, Fernando Sabag Montiel o Brenda Uliarte cacen believers del pingüino como el roquismo capturaba indios para ensanchar la frontera agropecuaria, la policía mataba anarquistas a principios del Siglo XX para disciplinar a la clase obrera y las dictaduras secuestraban peronistas para que la democracia se convirtiera en un salón literario con té, masas finas e inversiones extranjeras.

Así, la causa judicial activa el eterno loop vernáculo y sus vínculos ineludibles con el escenario internacional. El equipo de Revista Anfibia encontró y publicó en su cuenta de Instagram el discurso que dio la ex Presidenta el 26 de septiembre de 2012, en ocasión de la presentación de la Cátedra Argentina de la Universidad de Georgetown. Allí desmintió que la llegada del nazismo tuviera que ver con la inflación en lugar del Tratado de Versalles y admitió que lo que más le preocupaba, como militante, es que los jóvenes renieguen de valores y sistemas basados en el respeto a los derechos humanos y las libertades más caras si no resultan útiles para resolver u ordenar sus problemas económicos. “Así empezaron todos los totalitarismos”, aseveró una década antes de hablar de insatisfacción democrática.

El fascismo no cae del cielo y la democracia no se cultiva en TV. El genio político radica en encauzar el malestar hacia la comprensión, antes que la falta de imaginación abra campo a la resignación frente al horror.

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